Hay un par de conceptos que no siempre tenemos en mente. Se trata de la paciencia con los perros y de la importancia de una buena comunicación y en cómo estos dos factores afectan a su educación.
Si alguien le grita a un bebé porque se ha hecho caca, pensaremos que es idiota o que la paternidad/maternidad le tiene de los nervios , ¿verdad?
Cuando viajamos al extranjero, o cuando un turista nos pregunta algo por la calle, hacemos un gran esfuerzo para tratar de comunicarnos: gestos, el uso de palabras en su propio idioma, la pronunciación lenta (y, más de uno, a voz en grito, pero con la firme creencia de que, así, le van a entender mejor), etcétera. Con un perro, ese esfuerzo se evapora: ni nos preocupamos por entender lo que el perro quiere decirnos (1), ni tratamos de hablar perro (2), ni nos esforzamos demasiado en enseñar al perro a entender nuestro idioma (3).
Un gran número de problemas humano-animal es que no nos entendemos, y no sabemos cómo establecer vías para entendernos, ¿no te parece? Por eso, cuando reñimos a un perro con un cabreo monumental y el perro bosteza, desvía la mirada y se lame la trufa, creemos, erróneamente, que nos está ignorando, y nos cabreamos más. No percibimos que lo ha entendido y que ya es suficiente, que podemos relajar la actitud e iniciar otra actividad juntos.
Cabreo monumental, además, ¿eh?
Eso nos cuesta muy poco con los perros, ¿no te parece?
¿No somos un poco demasiado gruñones y gruñonas a veces?
Deja de matar moscas a cañonazos: ten paciencia con los perros
Cada vez más adiestradores y etólogos señalan que, a menudo, es una conducta que pretende matar moscas a cañonazos. La paciencia con los perros sigue brillando por su ausencia.
Pensemos un segundo en esto: ¿tiene el mismo valor el refuerzo (el premio, las felicitaciones) que vamos a darle a nuestro perro cuando venga a la llamada en un parque lleno de olores, mientras juega con otros perros colegas y hay mil estímulos alrededor que cuando lo hace a dos metros nuestro en el comedor de la casa? No, ¿verdad?
Y lo que es más frecuente: ¿es igual de grave que Toby escarbe un hueco en el jardín (conducta natural en un perro, por cierto) a que se cuele en la cocina en tu cara y hurgue en el cubo de basura o salga a la calle hecho un basilisco e intente mordisquearle el lomo a los otros perros? No, no lo es. Cada una de esas conductas tiene una importancia distinta. La cuestión es que mucha gente felicita igual y riñe igual; y cuando riñe, ¡siempre parece que se va a acabar el mundo!
Demos la vuelta a este tema. ¿Qué debe percibir el perro y, sobre todo, cómo nos debe percibir un perro al que nos pasamos el día entero gritando? Imaginemos cómo nos percibiría cualquier niño, o cualquier persona si me apuras, y tendremos una imagen similar. También es fácil de decir, ¿verdad? Cuando tenemos a un perro muy activo o nervioso que se pasa el día saltando, correteando, que no se relaja, que ladra de tanta excitación… Ahí está el problema. ¡Sí, lo sabemos! Pero es que hay dos problemas aquí: el primero, y quizá no te guste leer esto, es que eso perro no está equilibrado: necesita más ejercicio, estimulación, juego, trabajo; el segundo es que, gritando, en el 99 % de las situaciones, solo vas a conseguir reforzar esas conductas en el medio y el largo plazo.
Deja de cabrearte a todas horas con el Toby
Vale. Imaginemos un poco más:
El Toby se pone loco cuando quiere salir a pasear. ¿Le gritamos? No. Porque se va a poner más loco, o va a derivar esa conducta hacia otras conductas que no nos interesan (gritando no vamos a conseguir que se relajen). Nos ponemos delante de la puerta, sin interactuar con él, sin hablar con él, sin hacer nada más que demostrarle lo que queremos. Cuando se siente, pare de dar saltos y se relaje, ponemos la correa y salimos a pasear. ¿Tendremos que repetirlo varias veces? Por supuesto, pero eso también es comunicación y educación canina.
El Toby está zen, zen total.
Esa misma actitud relajada la podemos trasladar a las comidas, a las visitas, a los paseos… en definitiva, a nuestra rutina diaria con el perro. Hay escuelas de adiestramiento y educación canina que se basan en ignorar las conductas que no nos gustan, evitar aquellas conductas conflictivas y premiar el resto de conductas que queremos reforzar; en Dog Ventura creemos que el castigo es parte de la educación (y un ¡no! con actitud es más del 90 % de los aversivos que necesitamos), pero también consideramos que se trata de una ínfima porción en comparación a la actitud que transmitir al animal, que siempre debe ser tranquila y equilibrada (y es aquello que da sentido al castigo también, el cual tiene que ser siempre lo menos emocional que uno pueda).
Intentemos adoptar las siguientes pautas:
Enseñemos, con paciencia, a nuestros perros a hablar persona: si no nos entienden, se van a frustrar; además, la educación y la obediencia genera vínculo.
Aprendamos a hablar “perro” —en unos días os traemos un artículo con señales de calma o apaciguamiento, por cierto—. Nosotros centramos la comunicación en la palabra; el perro nos dice todo lo que quiere decirnos con su propia gestualidad.
Reñir y castigar a un perro afecta a nuestro vínculo con el animal, por eso tenemos que esforzarnos en tener un vínculo fuerte entre ambos. ¿O tu dejaste de querer a tus padres porque te reñían y castigaban? No, ¿verdad? Pero tus padres hacían muchas cosas buenas por ti también. No se limitaban a reñirte y castigarte todo el tiempo: porque reñir y castigar no es educar, sino evitar e inhibir conductas peligrosas que nos permitan crear un contexto en el que educar a nuestros colegas peludos.
En definitiva, comunicación, paciencia con los perros y un esfuerzo de adaptación por parte de los dos: el perro siempre se esforzará por entendernos y agradarnos —está en su naturaleza desde hace miles de años—, pero nosotros debemos recordar que no se trata solo de exigir, sino también de dar.
La alfombra olfativa para perros (snuffle mat, en inglés) es un juego de olfato y estimulación ambiental para nuestros colegas peludos. Se trata de un complemento en forma de alfombra hecha con tela de trapillo donde podemos esconder premios y chucherías entre los flecos, obligando al perro a utilizar su olfato para encontrarlos.
¿Y por qué es la caña? ¡Pues para fomentar el trabajo mental en los perros y otros animales!
Tranqui; te lo explicamos en detalle.
¿Por qué la alfombra de olfato es la caña?
Hay varias razones por los que contar con una alfombra de olfato debería ser casi obligatorio en cualquier casa con perros (o gatos, o hurones, o conejos, o minipigs; vale, ya te haces una idea, no me pongo más pesado: aquí vamos a hablar de perros, ya lo sabes). La razón es que se trata de una herramienta/juguete de enriquecimiento ambiental que permite que nuestro perro pueda buscar premios y entretenerse superando retos de búsqueda o rastreo en casa.
Esa es la principal.
Pero hay muchas más:
Es una manera eficaz y sencilla de enseñarle a usar el olfato e iniciar los juegos de olfato: las primeras veces colocaremos los premios sobre la alfombra y, poco a poco, iremos aumentando la dificultad, escondiendo los premios entre los flecos y reduciendo el tamaño de los premios/salchichas/pienso.
Una alfombra de olfato también ayudará a que tu perro esté más relajado, porque usar el olfato es un trabajo para ellos y la forma más natural de los perros de conocer y reconocer el mundo y su entorno.
Fomenta la relajación, reduce el estrés y ayuda a calmar a perros de alta energía que necesitan trabajar a diario. A su vez, la alfombra ya refuerza con recompensas constantes y les obliga a estar concentrados.
Durante el tiempo de recuperación tras una operación, así como para perros ancianos o animales con movilidad reducida, la alfombra de olfato es un elemento de enriquecimiento ambiental de la leche.
Si nuestro perro es muy ansioso comiendo, podemos usar la alfombra de olfato como un comedero antiansiedad/antivoracidad,que nos permitirá reducir la velocidad de ingesta.
Otros ejercicios para complementar la alfombra de olfato
A la mayoría de los perros les encanta rastrear y todos necesitan usar su olfato en mayor o menor medida. Por esto es probable que, tras un par de semanas, quieras añadir algún juego más de olfato. Tenemos un artículo sobre los juegos de olfato que puedes leer aquí, pero si lo que quieres son algunos juguetes más de enriquecimiento ambiental, toma nota:
Los juguetes de la marca KONG. Si no los conoces, son los típicos juguetes de goma dura con agujeros que se pueden rellenar para que nuestro perro se entretenga un buen rato, aunque hay muchos tipos: por ejemplo, en Dog’N’Roll recomendamos empezar con el KONG Wobbler, que no es de goma, sino de polímero de plástico de alta resistencia, y es perfecto para perros que se frustran con facilidad, puesto que los KONG típicos: los rojos o negros de goma dura suelen generar frustración muchas más veces de las que nos imaginamos y pueden representar un problema en animales con baja tolerancia a la frustración. En cualquier caso, las primeras veces que introduces un nuevo elemento en la rutina de tus perros, te recomendamos que los vigiles y examines su comportamiento.
En nuestros talleres de enriquecimiento ambiental, tenemos el clásico DIY (Do It Yourself; hazlo tú mismo) de la pelota de tenis. Esta es otra buena opción para hacer un juguete en el que esconder premios. Eso sí, tendremos que hacer un par de cortes (en forma de signo más: “+”) en la pelota y guardar ahí la comida; por descontado, no tiene ni tanto aguante ni va a generar el mismo interés que un juguete de KONG, por ejemplo, pero es una buena forma de salir del paso.
Actualizamos: ¡ojo! Hay varios estudios que parecen indicar que las pelotas de tenis suponen un efecto de lija en los dientes de los perros —aquí tenéis un artículo que habla sobre el tema; y aquí otro—. ¡No abuséis de estos juguetes o buscad una alternativa menos agresiva para la dentadura de vuestros colegas!
Tablas de olfato y juegos de inteligencia. En las tiendas también venden tablas donde esconder comida en distintos apartados y juegos de inteligencia que harán que tu perro deba encontrar la forma de conseguir el premio. El “problemilla” de estos juguetes es que requieren siempre de supervisión: primero, porque se pueden cargar el juguete (y no son baratos), segundo, porque si lo rompen, pueden tragarse piezas y eso es peligroso, ¿o no?, y, tercero, porque si es demasiado complicado, generará frustración/ansiedad, aburrimiento o conducta destructiva.
Como ves, hay un montón de opciones para complementar la alfombra de olfato con otros juguetes de enriquecimiento ambiental que permitirán a tus colegas caninos sacar el máximo partido a su nariz.
La castración en perros es, probablemente, una de las cuestiones más debatidas entre etólogos, educadores, veterinarios y guías o propietarios/as. Es un tema sobre el que ya se ha hablado anteriormente en muchos otros blogs de compañeros y compañeras —como Castración en perros y efectos sobre la salud, en Doogweb o Castración en perros: efectos sobre la salud y el comportamiento en Si mi perro hablara—, pero del que el gran público todavía no termina de forjarse una opinión propia.
Hoy, en Dog’N’Roll, vamos a intentar ordenar los puntos y los datos más importantes sobre castración y esterilización y a hablar sobre sus aspectos positivos y negativos. Venga, enróllate, y léetelo con calma, que es un tema importante para tus colegas caninos.
#1. NO es natural
Empecemos por lo más obvio: la esterilización es una operación que no está relacionada directamente con la mejora en la salud del animal y que, en su mayoría, reduce o aumenta patrones de conducta (dominancia o conducta de cópula en perros, o letargia en perras, por ejemplo) naturales en ellos y ellas.
Algunos ejemplos son:
Se reduce la agresividad macho-macho —también entre machos castrados y seres humanos según algunos estudios (Overall & Lowe, 2001)—, la marcación con orina y el vagabundeo/fuga en busca de pareja, entretenimiento o comida.
Si la esterilización se da antes de la primera cópula, se previene la monta y la conducta de monta para el resto de la vida del animal.
Dicho esto, la domesticación del perro y, sobre todo, la convivencia perro-humano en ciudades supone habituar, adaptar, inhibir y modificar miles y miles de conductas naturales en los perros: marcaje, territorialidad, caza, cópulas… Nadie debería sorprenderse al ser conscientes de que el éxito de los perros como animal de compañía está totalmente vinculado a su capacidad de adaptación, ¿verdad? En este sentido, no permitimos muchas otras conductas propias del perro pese a que también son naturales (hacer agujeros por todo el jardín, subirse a la cama, marcar u orinar en casa, etcétera).
#2. Es el método más eficaz para el control poblacional
Según Fundación Affinity, en España estamos estancados. No se adoptan más perros y se siguen abandonando miles y miles cada año. La esterilización es el método más eficaz de control de población ante camadas indeseadas (que supusieron el 15 % de los 104.834 perros abandonados en 2017) y evita que el problema siga aumentando y que más y más perros estén condenados a pasar la vida viviendo en un chenil. Visto así, la Administración lo tiene claro, amparada, además, en el hecho de que evita muchos problemas de comportamiento que pueden ser motivo de abandono y hasta de eutanasia.
#3. La castración tiene efectos positivos sobre la salud
En los machos, la esterilización es una operación sencilla y menos invasiva que la castración (aquí tenéis más información) que consiste en cortar los conductos seminíferos, que son aquellos que conectan los testículos con el pene. Por otra parte, la castración consiste en la extracción de los testículos del perro y se trata de una cirugía irreversible (a diferencia de la anterior).
Hasta la fecha, la castración ha sido aquella más recomendada por veterinarios porque:
Inhibe el deseo sexual y evita conflictos como los que hemos visto en el primer punto
Disminuye la producción de testosterona (menor dominancia)
Disminuye la probabilidad de enfermedades de próstata
En las hembras, en cambio, se extirpan los ovarios y el útero y, aunque resulta una operación más invasiva, no suele estar asociada a complicaciones. Además, reduce el riesgo de padecer tumores mamarios, cáncer de útero (lógicamente) y embarazos psicológicos (si tienes curiosidad sobre la pseudogestación, aquí tienes un artículo completísimo que explica hasta su origen).
Además, en perras:
Desaparece el celo al no producir hormonas
En cristiano: amansa el carácter; técnicamente, las hace menos susceptibles a cambios hormonales
#4. ¿La castración tiene efectos negativos sobre la salud?
Numerosos estudios afirman que la castración (no la esterilización) también genera efectos negativos en nuestros/as colegas, en especial, si se da a una edad muy temprana, y que afectan mucho más a machos que a hembras y pueden generar cambios de conducta debido a las variaciones en los valores de estrógenos y testosterona.
¿Y la obesidad? ¿¡Es que nadie piensa en la obesidad en los perros?!
Sin embargo, empecemos por la temida obesidad, que debería ser la menor de nuestras preocupaciones aquí. ¿Por qué? Primero, porque la obesidad es el desorden más común en los perros al margen de la castración; además, los machos no ven modificada su conducta alimentaria tras la extirpación, pero sí las hembras, lo que resulta especialmente peligroso si tienen libre acceso a la comida (algo que, en Dog’N’Roll, no recomendamos nunca para ningún perro), y que podemos controlar sin demasiados problemas con atención, dieta y ejercicio.
¡¿Es que nadie va a pensar en los perros obesos?!
Otros efectos negativos para la salud en perros/as castrados
Los perros castrados tienen una mayor incidencia (8,7 %) de padecer diabetes mellitus, aunque no existen evidencias de que esté causada por la castración de forma directa.
Algunos estudios afirman que la castración aumenta el incremento de hipotiroidismo, aunque es una enfermedad fácil de controlar con medicación.
Asimismo, la castración antes de la pubertad de los perros/as, es aquella que genera más problemas y riesgos asociados, por ejemplo:
Está asociada a un mayor índice de fractura de huesos: pues la consolidación de huesos largos está controlado, parcialmente, por las hormonas sexuales (gonadales). Aun así, aunque existe una correlación, todavía no hay estudios que vinculen la castración y estos problemas óseos.
Los grupos de perros castrados antes del año de vida han aumentado significativamente las posibilidades de desarrollar linfoma y otros cánceres, así como cierta inseguridad ante ruidos fuertes (por ejemplo, tormentas), según la Journal of the American Veterinary Medical Association (Houlihan, 2017).
Una menor esperanza de vida (Murphy Cancer Foundation, 2009) según un estudio realizado a ejemplares de Rottweiler en el que las hembras igualaban la esperanza de vida a los machos si eran castradas a edad temprana.
Mayor propensión a una lesión en el ligamento cruzado craneal (LCC)y mayor tasa de ruptura del mismo, según un estudio de la Universidad Tecnológica de Texas.
También: enfermedad de Cushing atípica al obligar a las glándulas suprarrenales a sobreproducir hormonas sexuales, crecimiento óseo y desarrollo anormal (perros más grandes de lo que deberían ser) o incontinencia urinaria.
#5. La castración puede solventar problemas de conducta
Y mucho ojo, ¡porque también puede empeorar esos problemas o generar otros! Te explicamos. Durante décadas, muchos veterinarios han afirmado, categóricamente, que la castración puede ayudar a solucionar comportamientos agresivos en el perro: ya los hemos visto por ahí arriba, ¿verdad? Agresividad macho-macho, dominancia, territorialidad… Sin embargo, las variaciones en la testosterona en los machos y los estrógenos en las hembras pueden también llevar a conductas agresivas, de inseguridad o protección de recursos.
Hablando en plata, la castración es una alteración hormonal para el animal que disminuye las conductas dimórficas (es decir, aquellas que pertenecen a uno de los dos sexos), pero también agrava otras, puesto que al reducir el nivel de testosterona en machos, quedará esta hormona en niveles más cercanos al de los estrógenos; y, en hembras, ocurrirá lo contrario. Esta es la razón por la que muchas perras, por ejemplo, empiezan a levantar una de sus patas para hacer pis tras la castración, o por la que los machos dejan de hacerlo. Y, por esa misma razón, nunca deberíamos castrar a un perro para solucionar problemas de agresividad sin asesoramiento previo, ya que esta pueden tener causas ambientales o relacionadas con su aprendizaje y no solo hormonales: la castración puede volver al perro todavía más inseguro y dificultar la modificación de esa conducta.
#6. Conclusiones sobre la castración en perros
Ahora nos vas a mandar al carajo, verás. Pero la conclusión es que no hay conclusión. No existe una verdad absoluta: es un tema complejo.
En Dog’N’Roll no recomendamos la castración antes del año de vida, por ejemplo, pero entendemos que hay muchos factores (por ejemplo, la masificación de protectoras y perreras) que hacen insostenible tener a muchos de estos animales “enteros”. Para propietarios/as y guías responsables, recomendamos valorar todo lo que hemos comentado en este artículo y dejarse asesorar por educadores caninos, etólogos/as y un veterinario/a de confianza antes de tomar la decisión, valorando las características y las necesidades de nuestro/a colega y tomando la decisión más beneficiosa para él o ella en el corto, medio y largo plazo.
Nos sentamos en el bar con dos de nuestros perros —Dagor y Argos— y pedimos tres cervezas. Acabamos de salir de una sesión de socialización para el cachorro en casa de una amiga.
¿El perro? Un golden retriever con mucha energía y bobalicón como él solo.
—Oye, pues estaría fino transcribir algunos de los consejos para el blog —dice Antonio.
Será casualidad, claro, pero mi perro Argos gira la cabeza hacia mí, como adivinando mis intenciones. Enseño a Félix y a Antonio el smartphone; en la pantalla, hay una nota de voz de más de una hora de duración. Les digo: Cuando vosotros vais, yo vengo, chavales. Así que ahí va, una miniguía con consejos y dudas que todos hemos sufrido durante los primeros días y semanas de un cachorro en casa. No están ordenados por importancia, puede que muchas de las cosas jamás se le pasen por la cabeza a vuestro joven colega, o todo lo contrario, que os falten aquí recursos o la guía no resuelva ni la mitad de vuestras dudas. Bueno, en ese caso, no os cortéis y preguntad.
¡Cachorro a bordo!
Cuando lleguéis a casa, se va a producir la típica vorágine de mil cosas por hacer y mil dudas que surgen a cada minuto. Lo primero, tranquilidad; ante cualquier duda, ignoramos la conducta, y buscamos respuestas en gente cualificada como mis amigos Félix y Antonio, y, en breve, también un servidor.
¡Importantísimo! Jamás debemos separar al cachorro de su madre antes de los 60 días (vamos, de los 2 meses), pues se ha comprobado que los perros separados antes de este periodo, muestran mayor tendencia a conductas destructivas, ladrido excesivo, reacción excesiva ante ruidos, protección de recursos ante juguetes o comida o búsqueda de atención excesiva. Como este artículo no trata sobre este tema, échale un ojo a esta entrada del blog Perruneandopara ampliar información.
Días libres para estar más tiempo con el cachorro
Dicho esto, intentemos que la llegada de un cachorro coincida con días libres (fin de semana; días de fiesta) para que ambos os podáis adaptar e incluso leer unos cuantos artículos como este (y un par de libros: El cachorro llega a casade Linn Palm a mí me gustó muchísimo, pero tienes variedad para aburrir).
Lista de la compra para el cachorro
Una vez en casa, necesitarás: collar, correa, bolsas higiénicas (para las cacas), cama de perros o transportín, chapa identificativa y juguetes. Sobre esto último, muchas personas somos contrarias a dejar los juguetes al cachorro (o al perro adulto), porque preferimos estructurar el juego con él o ella y decidir cómo, cuándo y dónde se juega para, principalmente, evitar que se aburran de jugar y construir una buena dinámica de juego.
Despeja la casa al máximo
En otras palabras, limita los objetos importantes a su alcance: un cachorro tiene una conducta exploratoria en pleno desarrollo y sus manos son la boca. Si no nos puede coger nunca el móvil o un libro, no habrá que reñir y, sobre todo, no reforzará equis conductas que no queremos que refuerce (por ejemplo, destrozar zapatos).
Evitar que el perro destroce cosas, hace menos probable que aprenda a romperlas (o hacer otras trastadas).
Si realiza una conducta que no deseamos (y estamos con él o ella), lo mejor es que redirijamos esa acción; por ejemplo, el perro va a morder un zócalo y, en lugar de reñirle, coges un motivador y le das una alternativa dirigiendo su atención hacia el juego.
También te recomendamos que leas sobre la contención del cachorro: igual que un bebé se queda en su parque de juegos cuando no estamos supervisándole, deberíamos utilizar un transportín o una zona acotada para nuestro perro para evitar momentos de estrés y malestar.
New kid in town
Si no es tu primer perro, recuerda que:
Los perros se deben conocer en la calle para evitar tensiones innecesarias y territorialidad en casa. Pegaos un buen paseo juntos; si el cachorro todavía no está vacunado, el resto, por lo menos, debería poder olerlo y salir juntos a pasear, aunque el pequeñajo vaya en volandas y el paseo no se alargue demasiado.
Supervisa que no haya conflictos entre ellos. Esto se aplica a cualquier perro nuevo que entre en casa, y se basa en algo tan simple como observar e intervenir lo mínimo posible entre perros equilibrados. Tampoco hay que tomárselo como seguir al cachorro bajo lupa (un seguimiento continuo), ni mucho menos dedicar olvidarse de otros miembros de la manada (si los hay) y dedicar un tiempo excesivo al cachorro, en comparación.
Y, sobre todo, no seas tú la causa del conflicto, ¿eh? Alimento, juguetes y otros recursos no deberían quedar por ahí hasta que ya todos seamos amiguetes; si uno de tus perros reclama su espacio, déjaselo: no a todos los humanos nos gustan los bebés, ni a todos los perros adultos les gustan los cachorros.
¿Estar solos desde pequeños?
Para tratar de evitar situaciones problemáticas más adelante —ansiedad por separación, por ejemplo— debemos acostumbrar al cachorro a estar solo desde pequeño, o con el resto de miembros caninos de la manada, pero no humanos. El mayor error que cometemos aquí es pasar todo el día con él o ella y, de golpe, dejarlo solo 12 horas.
Apunta:
El tiempo máximo que un perro adulto puede estar solo son 12 horas (y ya es demasiado tiempo); de media, toleran bien 8 horas. Un cachorro, como mucho, no debería estar solo más de la mitad de ese tiempo: es decir, unas 4 horas. Quizá este punto no siempre se puede alcanzar, pero deberíamos intentarlo, y, sobre todo, sí cumplir con el siguiente.
El cachorro debe aprender a estar solo desde pequeño, pero hay que aumentar este tiempo poco a poco. De este modo, conseguiremos que se habitúe rápido y que no tenga problemas en quedarse solo.
Tanto la falta de atención como la atención excesiva pueden desarrollar conductas poco independientes en el cachorro: intentemos no irnos a los extremos; en especial, durante sus primeros meses de vida.
Te vas a hartar a limpiar caca y pis en casa
Y si esto te agobia, quizá un cachorro no es para ti. Es bastante normal que un perro no se habitúe a hacer sus necesidades hasta los 3 o 4 meses de edad; y tampoco es raro que tarden más: 5 meses, 6 meses. Para empezar, ellos no tienen la capacidad física de un perro adulto para controlar sus esfínteres, pero es que tampoco tienen ni puñetera idea aún de dónde está bien que hagan pis y caca y dónde no.
Recuerda:
Son bebés. Un cachorro es un bebé. No es cuestión de humanizar a un animal, nadie aquí te defenderá esa postura (porque, además, los perros lo pasan mal) Antes de reñir y, sobre todo, antes de castigar, plantéate cómo gestionarías esa situación con un bebé. ¿Crees que el bebé entendería por qué le riñes o castigas? Aquí, igual.
¿Lo mejor? Ignorar conducta, llevarlo a otra habitación y limpiar. Espera a que haga pis y caca en la calle, y móntale casi una fiesta de cumpleaños con trozos de salchichas, jamón, premios y felicitaciones muy, muy expresivas de esas por las que nos creemos que el resto de gente nos considera unos locos o locas que hablan con sus perros: ¡Muuuuy bieeeen, chico/a!; ¡suuuuúper!, ¡buuuuuuueeeeeeeeeno! Ya sabes.
No nos ofusquemos más de la cuenta: el cachorro terminará por hacer pis y caca fuera de casa: los que hemos tenido varios cachorros sabemos que hay algunos que a los 3 meses ya te reclaman salir a la calle, porque lo han pillado rapidísimo, y otros que les preocupa menos, y que alargan esta fase.
Por qué no castigar las necesidades fisiológicas (pis y caca) en el cachorro
No vemos lógico castigar a un cachorro (bebé) por hacer las necesidades donde no nos gusta. La opción que consideramos más efectiva es: estar atentos en esos momentos donde es más probable que haga pis o caca (después de comer, de jugar, de despertarse, etcétera) y llevarlo, entonces, donde queremos que lo haga para felicitarle y darle golosinas incluso; si lo hace donde no queremos, podemos incomodarle (por ejemplo, cargándole) y llevarle donde queremos que lo haga: en este caso, incorporamos un refuerzo negativo, pero no un castigo.
Si preferimos reñir (castigo; o castigo jerárquico) un “¡no!” en un cachorro basta y sobra. Y no, no funcionan otras técnicas de adiestramiento a lo vieja escuela como acercar el morro al pis o castigar aquí. Es más, podemos provocar patologías graves en nuestros colegas, como que empiecen a comerse sus cacas y sus pises: no vale la pena. No solo porque puede generar conductas anormales, sino porque estamos generando un vínculo positivo entre nosotros y el animal, y son este tipo de acciones aquellas que se lo pueden cargar.
En relación con esto último, el “¡no!” para un perro es más no por la actitud que por palabra. ¿Qué quiere decir esto? Para empezar, no abusemos de ella: si repetimos una palabra miles de veces sin consecuencias, el perro entenderá que esa palabra no tiene ningún valor. ¿Qué debemos hacer? Primero, entender que un cachorro suele ser una locomotora descubriendo el mundo a mil revoluciones por minuto; después, cuando hace algo que no debe, decir una vez ¡no! y, cuando deje de realizar la conducta por la que ha venido ese ¡no!, felicitarle por ello.
¡¿Cómorl?! Explícame esto último un poco más:
Los perros viven en presente, igual que no tiene ningún sentido enfadarse con ellos durante dos horas, tampoco lo tiene creer que no podemos reñir a un perro por A y felicitarle al cabo de unos segundos por B, pues él o ella siempre asociará los refuerzos o los castigos a la última acción que ha realizado.
Varias notas relacionadas sobre castigos:
Durante los primeros meses de vida del cachorro, continuamos con el trabajo de la madre (con las limitaciones humanas y entendiendo que nosotros somos humanos y los perros son perros, que no es ninguna obviedad); sí estamos a favor de tratar de imitar el mismo castigo que haría la madre si el cachorro roba comida.
Por el contrario, jamás castigaremos conductas naturales y exploratorias del perro, tales como romper un zócalo cuando se queda solo o subirse a una mesa: si existe un peligro real, apartaremos al cachorro de esa situación; si no, redirigiremos la conducta hacia otra.
En nuestra filosofía de crianza, consideramos que debemos ser continuadores del trabajo de la madre mientras el perro se adapta a la sociedad, pero no deseamos que un perro deje de ser perro.
Todos en la misma dirección
Todo lo anterior debe llevarse a cabo por parte de todos los miembros de la familia. Por esto, antes de meter a un cachorro en casa, vamos a tomarnos unos días y establecer un diálogo efectivo entre los miembros del núcleo familiar. ¿Estamos cómodos con que se suba a dormir al sofá?, ¿hay tiempo para dedicarle? y, sobre todo, ¿nos comprometemos a educar del mismo modo? Un perro puede ser educado de muchas formas, pero si las actitudes y las reacciones entre distintos miembros de la familia no siguen una misma línea, el animal tendrá muchísima más dificultad en generalizar en su etapa de cachorro y en las posteriores.
Lo que nos espera fuera del hogar
De acuerdo. Imaginemos que ya tiene las vacunas y que ya podemos ir a descubrir mundo juntos. Mola, ¿eh? Pues antes de salir a patear calle, recuerda siempre que tu casa es, para él, ese lugar seguro donde solo pasan cosas guays, siempre hay agua a su disposición, tienen su cama o transportín y puede sentirse seguro. ¿Y por qué te digo esto aquí? Porque no sabía dónde leches meterlo, pero es muy importante, y entenderlo antes de salir a la calle nos ayudará a enfrentar problemas y conductas del perro en casa y fuera.
Recuerda también que entre los 2 y los 4 meses el perro es una esponja y aprende un montón de cosas útiles para su futuro.
Un buen plan de socialización
Un cachorro necesita un buen plan de socialización para conocer el máximo de estímulos y situaciones posibles: otros perros, gatos, humanos (jóvenes, viejos, bebés, mujeres embarazadas…), coches, ruidos, mar, montaña, ¡todo! Y todo debe llegar de una forma positiva, así que también es muy importante priorizar la calidad de esas interacciones a la cantidad. Quizá estés pensando, ¡pues vaya! Qué de horas. Pues no pienses eso, y plantéatelo así: son dos meses que nunca (jamás de los jamases) podrás recuperar, y aprovéchalos al máximo, dejándolo al pobre sus merecidos descansos entre experiencia y experiencia, claro.
Hay cosas que no podrá aprender de adulto
Lo más importante de la fase de socialización es comprender que hay muchas cosas que no se pueden aprender de adultos: una extensión de la fase de imprinting o impronta de la que nos tenemos que encargar nosotros, igual que, en la anterior, se encargó el criador o la madre y los hermanos de camada. Lo que no aprenden aquí, no se va a aprender luego: las cosas que le ocurren al cachorro lo marcan para toda la vida.
¿Malas experiencias con cachorros? No, gracias
Vamos, pues, con las malas experiencias que vamos a evitar como la peste: niños molestando a tu perro no es divertido, perros jugando y generando miedo en tu perro no es bueno (mejor parar el juego; pero hay que saber identificarlo también), un perro agobiado por pasar diez horas en una gran superficie, tampoco. Eso sí, tampoco hay que rallarse in extremis: no es cuestión de sobreproteger, sino de aprender a leer las emociones y la gestualidad de nuestro colega perruno y gestionar esas interacciones necesarias.
El cachorro en casa: paulatino, positivo, variado
En definitiva, experiencias paulatinas y positivas. Si sois de Barcelona, nada de irse 6 horas a La Maquinista con los colegas: empezamos con 15 o 30 minutos; después, 1 hora, y así con todo: playa, montaña, casas ajenas, gente nueva…
Paseando, que es gerundio
¿Cuánto puede pasear un cachorro sin descansar? Por norma, se ha dicho que 10 minutos por mes de vida. ¿Es real esa cifra? Ni de coña, pero tampoco es una medida de orientación horrible. Lo que ocurre es que esto dependerá muchísimo de cada raza de perro o de cada perro en el caso de los mestizos. Con tres meses, paseos de 30 min pueden ser más que suficientes o no; tomémonos el tiempo de conocer a nuestros cachorros y ver qué energía tienen (no tienen la misma energía un pastor alemán o belga que un carlino). Adaptemos el paseo a su energía, y, eso sí, no acostumbremos al cachorro a dar paseos de horas y horas de duración (ya habrá tiempo), porque:
Sí, aguantan mucho más, pero no es recomendable: sobreexcitamos, podemos afectar al crecimiento, generamos conductas negativas entre el ejercicio y el descanso…
El paseo es un momento para descubrir olores, socializar, etcétera. Hay que estar siempre atentos al paseo (nada de móvil en mano y caminando sin parar).
El perro tirará, irá de aquí para allá, intentará ir hacia otros perros y personas… Aprovecha y aprende a gestionar esto a medida que crece, y no cuando sea un bichaco.
Iniciación a la educación canina
En esta fase, trabajar obediencia no tiene mucho sentido (y si lo hacemos, el criterio deberá ser siempre mínimo), pero sí podemos evitar e incentivar otras cosas:
Si tira para ir hacia otros perros, nos damos media vuelta y volvemos a acercarlo sin prisas cuando entienda que tiene que ir tranquilo. Repetimos las veces que haga falta. El trabajo de correa mucha gente lo inicia en calle, donde hay miles de estímulos; en Dog’N’Roll te recomendamos que lo empieces en casa, pues siempre será más sencillo después.
Si se sienta para obligarte a esperar a otros perros, lo ponemos de pie y seguimos caminando. No obstante, nuestro objetivo último es que el cachorro mantenga una mayor atención en nosotros que en el entorno.
Para empezar a enseñar a pasear a un cachorro es recomendable pararse cuando tira de la correa o cambiar de dirección (con cuidado, que es pequeñajo): si vamos en dirección Norte, 180º y cambiamos a Sur. Con esto no hay que obcecarse si le cuesta cogerlo: es muy pequeño: hay mil olores, cosas nuevas, millones de experiencias chulas, pero somos nosotros quien gestionamos, no quien está detrás de la correa, dejándose llevar hacia aquí y hacia allá.
Junto a todo lo anterior, vamos a trabajar desde ya el evitar que se suba a la gente para saludar (esto es es un fastidio cuando son adultos). Si se sube, lo sentamos o, si tiene la orden, le hacemos sentarse o mejor tumbarse primero. Sí, 90 de cada 100 personas te dirán: “No pasa nada, ¿eh?” Entonces le explicas que estás enseñándole a que no lo haga porque de aquí seis meses, sí que pasa y habrá que dejar de hacer algo que lleva toda la vida reforzando. Si lo entiende genial, sino te largas, pero no dejas que siga haciéndolo.
En esta fase, trabajar el autocontrol del cachorro será básico para conseguir un perro equilibrado que sepa pasar tiempo solo, no se sobreexcite con facilidad, que espere a la hora de comer, que salga de una habitación o a la calle de una forma ordenada, que no salte a la gente… En fin, ¡que hay cientos de cosas que sí que puedes iniciar y trabajar!
El juego como motor del aprendizaje
También podemos incorporar algunos ejercicios y juegos que nos ayudarán más adelante en la obediencia, como:
Memoria muscular y propiocepción en cachorros: que nos permite aprovechar la capacidad que tienen los músculos para mantener en el tiempo la base de un entrenamiento pasado, aunque no se practique el ejercicio en mucho tiempo. Nos pasa a los humanos con el ejercicio físico, también a ellos.
Juegos de rastreo y de olor, para el que ya tienes algunos ejemplos en un artículo anterior de este blog: eso sí, recuerda, poco a poco; mucho más cuando se trata de cachorros.
Juego con mordedor y pelota, que estructuramos y controlamos nosotros, y nunca dejamos los juguetes al finalizar —también debes marcar muy bien el inicio y el fin del tiempo de juego: puedes usar un ¡a jugar! al inicio, y un ¡fin! al acabar.
Juegos de inteligencia sencillos. O mejor, ¡muy sencillos! Nada de generar frustración.
Apuntes finales, y ya no nos enrollamos más
Con todo lo anterior, tienes material suficiente para seguir investigando por tu cuenta —o péganos un toque y te echamos un cable, que nos molan un montón los cachorrotes—, pero ya que no hay límite de palabras (y suerte, porque vaya pedazo de tochos que dejamos por aquí, ¿eh?), también te recomendamos que:
Aproveches las visitas al veterinario para positivizar la experiencia: hazla divertida y premia a tu perro. Por regla general, el veterinario quedará accesible desde tu casa, así que pásate por ahí a decir hola o a comprar cualquier tontería para que no solo quede asociado a experiencias negativas.
Si tu cachorro es un destructor en potencia, aprende a introducir y positivizar el transportín en vuestro día a día. El kennel no es una herramienta de castigo, sino todo lo contrario, un espacio para que el perro se relaje y para evitar/controlar conductas no deseadas. ¿Dónde va un perro inseguro a relajarse o a conseguir cierta seguridad? Exacto, a una madriguera o un cubil, cuanto más ajustado mejor. Ya hablaremos más del transportín en los talleres de Dog’N’Roll, pero 1) es siempre algo positivo para ellos, 2) el perro bien habituado al transportín no lo pasa mal, sino todo lo contrario y 3) hay un tiempo limitado que puede estar en él y un proceso de aprendizaje detrás. Si os urge saber cómo habituar al transportín, haz clic en el contacto y hablamos.
Durante los seis primeros meses de vida, un perro suele ser un terremoto encantador; mucha paciencia, supervisión —en especial, si tenéis niños en casa— y nada de obsesionarse demasiado: disfruta de estos meses, no te agobies y sé tú mismo/a. Crecen mucho más rápido de lo que nos creemos, ¡así que aprovecha cada minuto con ellos!
Por último, ¡MUY IMPORTANTE! (en serio). Mucha gente deja la educación o ciertos problemas de conducta de su perro y contacta con un educador canina tras un año o dos de convivencia. Si tienes dudas, y crees que necesitas ayuda o que hay actitudes o conductas de tu perro/a que no entiendes, aprovecha en esta fase: cuanto más tiempo dejes pasar, más tiempo necesitarás para modificar una conducta perjudicial. Ante la duda, consulta con profesionales que te puedan orientar: nunca te vas a arrepentir de esa decisión.
¿Cuál es el sentido más desarrollado en los perros? El olfato. Entonces, ¿por qué es el gran olvidado para la mayoría de gente que quiere disfrutar de la vida con sus perros?
Suponemos que hay dos grandes respuestas para esto: 1) mucha gente no sabe por dónde empezar para estimular a sus perros mediante juegos de olfato y 2) a veces, no sabemos lo divertido/necesario/útil que es contar con un perro que aprende a resolver problemas mediante su nariz y los juegos de olor.
Por qué son importantes los juegos de olfato para perros
Los perros tienen 200-300 millones de receptores olfativos. Si te digo esto, quizá te quedes igual que si te digo que tengo cien mil maravedíes en el banco, ¿no?
Pero ¿y si te digo que en el humano la superficie olfativa de 5 cm2 es de 100 cm2 en los perros?
¿O que el número de células olfativas en humanos a duras penas alcanza los 5 millones?
Y no solo esto, el área cerebral dedicada al olfato en los perros es 40 veces mayor a la nuestra, ¡y aún tiene otras ventajas!, por ejemplo: la nariz de los perros no mezcla el aire inhalado y exhalado, lo que hace que su olfato sea mucho más nítido que el nuestro. En definitiva, la nariz de los perros son los ojos de los humanos: ahí radica su importancia. Nosotros entendemos el mundo a través de la vista, ellos a través del olfato.
¿Qué podemos conseguir con juegos de olfato?
Activar su mente y estimular sus sentidos: resolver problemas espaciales y trabajar la inteligencia de tu colega; además, no requiere de grandes aptitudes físicas, ¡ni del perro ni del guía!
Mejorar vuestro vínculo a través del juego
Es un ejercicio perfecto para la gestión de la frustración en el perro, que, además, le permite desfogar instintos naturales
Es un juego que no genera mucha excitación en el perro, por lo que, en la mayoría de los casos, pueden participar niños
En días de lluvia o en épocas en las que el perro se está recuperando de una lesión, son una alternativa perfecta a los juegos más físicos
Igual que nos pasa a nosotros, el perro que piensa, gasta mucha más energía que el perro que se pasa el día corriendo, y, además, se relajará, y sus niveles de ansiedad y estrés se mantendrán bajos
Y dicho esto, ¡empezamos!
Cuáles son los principales juegos de olfato para perros?
El sembrado, que consiste en esparcir premios o snacks por el suelo
Las pistas de rastreo, donde se crea un recorrido que el perro debe seguir hasta alcanzar un objeto o alimento concreto
El premio en las manos, que se basa en esconder el premio en una de las manos: si el perro acierta, tiene premio; si falla, volvemos a empezar.
El trilero, que es una versión más complicada del anterior, donde los premios están debajo de vasos y el perro debe adivinar dónde
La alfombra olfativa: un juguete con pliegues de tela para esconder pienso y premios para que el perro los encuentre olfateando.
¡Y dicho esto! Vamos a verlos en detalle.
Cinco juegos de olfato para disfrutar con tu perro
#1. El sembrado
El juego del sembrado consiste en enseñar a nuestro perro a buscar premios o golosinas que hemos esparcido por un espacio interior o exterior. Es una gran opción en perros con los que estamos trabajando para reducir niveles elevados de estrés o ansiedad y recomendamos complicarlo paulatinamente en distintos lugares.
Importante: el perro debe mantener un estado de excitación lo más bajo posible, y entender cuándo comienza y termina el juego; por lo tanto, trataremos de mantener al perro en un estado de calma antes de iniciar el juego.
Empezaremos en una habitación o una zona de la casa donde esparciremos premios; a continuación, le diremos “¡busca!” o un comando similar que pueda asociar a encontrar los premios.
A medida que nuestro perro mejore rastreando premios, ampliaremos la zona y esconderemos algunos de los premios detrás de un mueble, debajo de un objeto, etcétera. También podemos apagar las luces de la habitación para obligarle a usar más la nariz.
Una vez el perro encuentre todos los premios, haremos una señal de fin de juego, que puede ser la misma que utilizamos cuando terminamos cualquier otro juego (¡fin!, por ejemplo)
¡Nunca debemos indicar al perro dónde está un premio! Podemos darle pistas con la voz o ayudarle con nuestro movimiento para que busque por una zona, pero no enseñarle dónde están los premios que no encuentra.
A medida que nuestro perro va cogiendo práctica con el juego del sembrado, podemos ir complicando los contextos: interior, exterior, jardín, zona de bosque… Cuantos más rastros haya, más complicado se le hará y también más divertido y estimulante, siempre y cuando trabajemos el olfato mediante una progresión lógica: nada de irse el segundo día al bosque y esconderlos por ahí, ¿eh?; el juego siempre debe ser divertido y estimulante, y no generar excesiva frustración. Todos los juegos de olfato deben realizarse con un criterio creciente: tiene que existir una alta probabilidad de éxito y, poco a poco, le complicaremos la dificultad; de este modo, conseguiremos motivarle y evitaremos que el perro se aburra.
#2. Pistas de rastreo
Muy similar al sembrado, es la construcción de una pista de rastreo, que deberíamos iniciar de una forma parecida al primer juego de olfato. Se trata de crear un recorrido hasta alcanzar un objeto concreto (un juguete oloroso, como un Kong repleto de comida, por ejemplo) mediante rastros que estimulen al perro hasta alcanzar el objetivo. Para ello, intentaremos escoger siempre un área libre de pisadas que compliquen el rastro (por lo menos, en las primeras sesiones) y cuanto más pronto, mejor. ¿Por qué? Menos olores a discriminar.
En este caso, necesitaremos que el perro esté quieto y relajado, por lo que puede ser necesario contar con una segunda persona o sujetarle con un arnés y mantenerlo en quieto si cuenta con una obediencia adecuada (el sentado y el quieto, por ejemplo, nos ayudarán a mejorar el control previo al juego). A continuación:
Preparamos un recorrido que el perro debe seguir (por ejemplo, con alimento en lata o trozos de salchichas/frankfurts); también restregaremos algo de alimentos sobre la superficie de la hierba para crear un recorrido olfativo más claro, y nos podemos ayudar de caldo de pollo o algún alimento que desprenda bastante olor.
Esconderemos el objeto que queremos que alcance: este debe ser el mayor premio de todos: un Kong delicioso, o más, carne en salsa: algo que mole mucho si eres perro, vamos.
Liberamos al perro e iniciamos el ejercicio como en el sembrado: con un ¡busca! o un ¡búscalo!, por ejemplo.
Deberíamos animar y motivar y generar un sentimiento muy positivo a través del juego; en especial, cuando finalice el recorrido, si bien el premio ya ayuda a motivar y a recompensar, nosotros todavía podemos hacer que sea mucho más guay.
Poco a poco, haremos que el recorrido sea más difícil (sin intentar correr); podemos aumentar la distancia entre las pistas, o la dificultad de la pista de rastreo… ¡Hay mil opciones!
#3. El premio en las manos
Como iniciación al juego del trilero, el premio en las manos es una buena opción para empezar a desarrollar el olfato en tu perro a la de ya. ¿En qué consiste? Cogeremos comida para perros, o frankfurts, o algún alimento que les motive y captaremos la atención de nuestro colega.
Básico:tocamos/manoseamos la comida con las dos manos para que queden rastros de olor en ambas y el perro tenga que aprender a discriminar también intensidad en el olor.
Escondemos el premios en uno de los dos puños (cerrados); uno tendrá alimento, el otro estará vacío.
Le enseñamos las manos al perro y le dejamos oler; nos aseguramos siempre de que no pueda ver el premio.
Cuando el perro indique con la pata o el hocico la mano correcta, abrimos la mano y le damos la comida.
Cuando el perro indique con la pata o el hocico la mano vacía, abrimos, le enseñamos que no hay premio y volvemos a empezar el juego.
Puede ser que al principio se equivoque unas cuantas veces hasta que entienda el juego, pero con el tiempo, le ayudará a agudizar el olfato y, a continuación, lo complicaremos con el juego del trilero para perros. También podemos discriminar la acción desde el principio (si no toca con la pata, no se le da), o permitir que, al inicio, toque con el hocico o la pata, y después derivar esta acción y solo premiar cuando lo hace con la pata.
#4. El juego del trilero para perros
Si queréis ver un vídeo sobre el juego del trilero, os dejo aquí debajo un clip de Experto Animal donde se explica su funcionamiento en poco más de un minuto.
Consiste en lo siguiente:
Cogemos tres vasos de plástico idénticos (mismo color, misma forma). A veces, se recomienda agujerear el vaso de plástico para que el olor sea más intenso, pero no es imprescindible.
Colocaremos premios debajo de uno de los vasos y los moveremos; a continuación, permitiremos que el perro busque hasta encontrar debajo de qué vaso está el premio.
Una vez entienda cómo funciona el juego, podemos incluir vasos con otras formas, colores e incluso otros objetos (por ejemplo, una pelota de tenis cortada por la mitad) y enseñar al perro a discriminar; para ello, la comida siempre estará debajo del objeto que es diferente al resto.
A partir de aquí, puedes crear muchas otras variantes de las que te hablaremos más adelante: más vasos, diferentes tipos de objetos, ¡lo que se te ocurra!
Para jugar en casa, no obstante, la alfombra de olfato es una pasada de juguete que puedes hacer tú mismo/a para que tu perro busque entre sus pliegues pienso, comida o cualquier otro tipo de premios.
¿Por qué mola tanto?
Las alfombras de olores son un ejercicio de estimulación mental perfecto para jugar en casa o en días de lluvia, o para perros más mayores, con mucha energía o que están rehabilitándose tras una operación, por ejemplo.
Es un extra para que trabajen por ellos mismos el olfato, que también se agradece de vez en cuando: ¡una vez hecha, solo tienes que esconderle los premios y dejarle disfrutar!
Sobre alfombras de olfato, hay un post destacado, así que ya hablaremos de ellas más adelante, ¿vale? ¡Pues hoy, hasta aquí! Recuerda que el olfato es el sentido más importante de tus colegas caninos y que aquí tienes opciones más que suficientes para estimularlo durante toda su vida. Ahora, ¡te toca a ti!
La mayoría de las personas que conviven con perros aspiran a crear una relación que les permite pasear a su perro sin correa de vez en cuando. Esto es algo genial tanto para nosotros como para nuestros perros, que pueden disfrutar de un buen rato de diversión con mayor libertad: oler rastros, jugar con otros perros, o, simplemente, relajar la exigencia que lleva implícita una correa.
No hay nada como el paseo en la vida de un perro: el perro es movimiento; en la naturaleza, un perro pasaría gran parte de su día moviéndose (buscando comida, oliendo, explorando) y eso es exactamente aquello a lo que aspiramos con el paseo: prevenir el estrés, mantener a tu perro en buen estado de salud… Y, aunque a menudo es una norma social (y hasta normativa municipal), pasear con correa resulta mucho menos natural que hacerlo con una total libertad de movimientos, por lo que también debemos encontrar los momentos y los espacios para ofrecerle esta libertad.
¡Pero primero! Tres consideraciones que debemos tener presentes cuando nos decidimos a enseñar a nuestro perro a pasear sin correa, ¿vale?
Para que el perro aprenda a pasear suelto, debe saber pasear con correa: ¡son trabajos complementarios, nunca excluyentes! ¿Puede un perro pasear genial sin correa y fatal con ella? Claro que sí, pero, sabiendo que hay muchas situaciones donde necesitarás una correa, ¿no crees que es mejor enseñarle a pasear con ella primero?
Antes de empezar a pasear a tu perro sin correa, es recomendable que cuente con una obediencia básica
Cada perro es un mundo; cada ambiente es distinto; hay que esforzarse por entender a nuestros perros y prever las situaciones de peligro: ¿podemos fiarnos de nuestro galgo con mucho instinto de caza en un entorno lleno de liebres o de gatos?, ¿seguro que podemos llevar suelta a nuestra perra durante el celo? ¿Y cuando existen autovías con mucho tráfico y un riesgo alto de que pueda ocurrir algún incidente? Son situaciones en los que es muy probable que el perro o la perra no pueda (ni deba) pasear sin correa. ¡Y no pasa nada! Busquemos siempre contextos y momentos adecuados.
Consejos básicos para pasear a tu perro sin correa
Solo hay una orden que tu perro debe conocer para que puedas enseñarle a pasear sin correa: la llamada. Si tu perro tiene una buena llamada, no necesitas nada más para enseñarle a pasear sin correa, pero (sí, hay un pero) lo mejor es que haya aprendido e integrado una obediencia básica que cuente con el sentado/levantado, el quieto y la llamada. ¿Y por qué es tan importante que cuente con una obediencia? Por lo que te comentaba hace un par de líneas: cada ambiente es distinto, tu perro y tú vais a vivir innumerables situaciones.
Pasear a tu perro/a sin correa también es contexto/ambiente
Habrá mil situaciones en las que tu perro no actúe como esperas. No es lo mismo un sentado cuando tiene a cuatro cachorros intentando llamar su atención que un sentado en casa sin distracciones, ¿verdad? Aquí ocurre lo mismo: empezaremos en contextos con pocas distracciones y aumentaremos la exigencia poco a poco; si no podemos predecir su comportamiento, o no está habituado al lugar, no deberíamos pasear sin correa todavía.
La mejor opción: parque o espacio abierto seguro, sin peligros, con pocas distracciones y con una correa larga todavía puesta mientras le enseñamos a pasear sin correa: el peso de la correa y la textura facilita la adaptación y el aprendizaje a esta forma de paseo desconocida hasta la fecha (para él o ella). Hazlo siempre de forma paulatina y por pequeños periodos de tiempo, y, por encima de todo, premia todo aquello que nos interese (acercamientos, distancia, atención del perro, autocontrol, etcétera).
Ampliar los espacios seguros, poco a poco
Una cosa es que tu perro esté habituado a pasear sin correa en la montaña, y otra distinta muy distinta que lo dejes suelto en medio de una gran ciudad. Por descontado, un perro en un entorno que cuente con otros estímulos (perros, personas, coches) también deberá contar con una buena socialización, sin olvidarnos de una habituación progresiva a los nuevos contextos: ampliar el espacio significa retirar la correa en entornos seguros (por ejemplo, calles con poco tránsito, zonas que no sean peligrosas, etcétera.
Empatía y confianza mutua con tu perro
Un perro tiene una percepción muy distinta a la nuestra, ¿verdad? Para empezar, ya sabemos que su mundo es más nariz que ojos u oído (o debería serlo). Si somos conscientes de esto, puedes evaluar si realmente tu perro está preparado para pasear sin correa en ese contexto en el que os encontráis ahora. ¿No lo está?, ¡no pasa nada! Seguiremos entrenando en contextos más sencillos. ¿Sí lo está? ¡Perfecto! La vida con perros también es confianza entre los dos: saber qué está listo para hacer o no hacer nuestro colega canino. Ese vínculo que se trabaja todos los días, ya sabes.
Y en esta misma línea, ¡siempre debemos tener en cuenta si está limitado de algún modo! ¿Tu perro es reactivo a bicicletas o patinetes porque tiene un instinto de caza que ya lo querría un lobo? Bueno, ¡quizá haya que ver cómo podemos mejorar la convivencia para él y para todos! En Dog’N’Roll creemos que cada perro es un ser único y puede ser que haya equis contextos en los que no se sienta cómodo o exista mayor riesgo que beneficio. Nuestra responsabilidad: saber que un perro no tiene por qué “pasar por todo” si no hay algo que lo hace imperativo, ¿no crees?
Todo mejora con vínculo, y practicando
Por último, una vez nuestro perro sepa pasear sin correa, no podemos olvidarnos de que se trata de un trabajo diario. ¿Qué queremos decir con esto? Nosotros debemos ser quien gestione ese paseo, también cuando van sueltos; seguir reforzando los mensajes que marcan al can la distancia a la que puede explorar, cómo y cuándo debe acudir a la llamada y de qué forma se relaciona con otros perros y personas con las que nos cruzamos en la calle.
En esta fase, ya pueden empezar a aparecer ejercicios mucho más divertidos para los dos: empieza por despertar emociones en tu perro, no seas, simplemente, ese o esa que sujeta la correa. ¡De ti tiene que salir todo lo molón! Juega, ten un paseo activo donde ocurren cosas y vosotros sois los protagonistas. Permitir que, a ratos, huela y explore hará divertidos todos estos momentos, y, además, puedes aprovechar para ir reforzando la llamada. Trabaja la comunicación y el vínculo y ponte como reto ser mucho más guay que los estímulos del ambiente.
Esta es una entrada antigua de Dog’N’Roll que ha sido revisada y actualizada, en 2021, para Dog Ventura.
Sí, ¡Dog’N’Roll! Dog’N’Roll es nuestro grito de guerra. Empezamos esta aventura en formato blog tres colegas a los que nos une el amor por los perros. Félix, adiestrador canino; Antonio, adiestrador canino; y un servidor, Javier, que lleva jugando con las palabras casi tanto como con sus perros. ¿La intención? Formar equipo y traer aquí buenos contenidos de educación canina: juegos de olfato, habilidades o positivización de un bozal o un kennel/transportín.
Aquí, en Dog’N’Roll, descubrirás cientos de recursos útiles para educar a tu perro, ¿y si necesitas ayuda con la educación de tu cachorro?, o que te asesoremos o te acompañemos a valorar una adopción, o para trabajar los problemas de conducta de tu perro. Pues también puedes contar con nosotros, claro que sí.
Sugerencias para moverte con tu perro por la ciudad
Y artículos sobre libros de perros, salud canina, juego…
Y sí. Más. Mucho más. Pero no creemos que hablar sobre ello tenga mucho sentido, así que vamos a dejarnos de tonterías, y empezamos a demostrártelo, ¿vale?
Salud, y ¡Dog’N’Roll!
Esta es una entrada antigua publicada en la web de Dog’N’Roll BCN.
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