Decía Raymond Coppinger que lo que hace funcionar a un perro es su forma. En «Como funcionan los perros. Forma, función y conductas emergentes«, Coppinger y Feinstein hablan de un concepto que te solventa muchas horas de estudio: el perro bola y el perro cubo. (Para entender esto mejor, quizá valga la pena leer sobre Dimitri Belyaev y sus experimentos con zorros árticos, pero aquí se me va del tema, así que os dejo un vídeo.) Pero qué tiene que ver con el forrajeo, ¿no? Espera, que eso es un poco más complejo…
El perro bola, el perro cubo
Muchos de los problemas con perros se derivan de este supuesto: tratar a un perro cubo como a un perro bola, y viceversa. Cubo y bola, en cualquier caso, no son más que una metáfora para explicitar hasta qué punto afecta la filogénesis (el historial genético del individuo) y cómo nosotros, a menudo, obviamos esta característica y nos damos de cabezazos con la ontogénesis (el desarrollo desde antes del nacimiento del ser vivo hasta su muerte). (más…)
;Puede que ya lo sepas, pero nunca está de más repetirlo: junto con una buena alimentación, vacunar y desparasitar a nuestros perros son las principales vías para prevenir enfermedades e infecciones.
Generalizando, la vacunación ayuda a prevenir enfermedades infecciosas y la desparasitación evitará que parásitos se alojen en el organismo del perro y haciéndole enfermar.
Vamos a verlo con un poco más de detalle, ¿ok?
¿Por qué es importante vacunar a nuestros perros?
Igual que ocurre con los humanos, la vacunación [del perro] es una de las medidas más efectivas que se conocen ante la prevención de enfermedades infecciosas, protegiéndole a él, así como al resto de animales y personas (pues, por mucho que digan los antivacunas, vacunarse reduce la presencia de enfermedades en el ambiente y ayuda a evitar nuevos contagios), de riesgos innecesarios.
Hay varias cuestiones a tener presentes con respecto a la vacunación:
Un cachorro que todavía está siendo amamantado por su madre estará protegido sin necesidad de vacunas hasta algunas semanas después de ser destetados.
Antes de la primera vacuna, será el momento en el que serán más vulnerables a enfermedades infecciosas
La primera vacuna suele ponerse alrededor de los 3 meses de edad, cuando el cachorro ya ha sido destetado, desparasitado y su sistema inmune funciona a las mil maravillas
A lo largo de la vida del perro, las vacunas requerirán de recordatorios que el veterinario controlará anualmente para que tu colega canino goce de buena salud
Uno de los grandes contratiempos que debe enfrentar un guía responsable es cómo gestionar adecuadamente el tiempo entre el destete y la primera etapa del cachorro (2-4 meses) donde la socialización en todo tipo de contextos y la habituación a estímulos es tan importante. El problema es que un cachorro sin vacunar puede correr peligro en la calle y, a la vez, se le suma que el hecho de no socializar y habituar al perro en estos meses puede generar perros miedosos, inseguros o reactivos
Hum. Dijiste que, esta vez, no me iban a poner una campana…
El «no» es una de esas palabras que siempre tenemos en la boca al educar a nuestros perros. ¡Ahora no quiero! ¡Ahora no puedo! ¡NO… toques eso!
Por descontado, es necesario utilizar el «no» (al fin y al cabo, la comunicación más básica es «sí» y «no», binaria y funcional), pero sin olvidarnos nunca de que tenemos que enseñarle lo que sí puede hacer. Si educamos a los niños enseñándoles lo que sí que está permitido que hagan, lo mismo deberíamos aplicar con los perros, ¿verdad? En otras palabras, claro que podemos reñir y “castigar” una mala conducta, pero parece lógico que antes nos aseguremos de haber enseñado al perro lo que sí que está permitido hacer, ¿verdad?
No obstante, una parte de enseñar a nuestros perros lo que pueden y no pueden hacer es imponer límites. En este caso, todas las actividades que pasan por requerir de nuestra atención llevan a los guías a malentendidos bastante problemáticos para la convivencia. Aquí es cuando aparecen los perros que necesitan siempre de nuestra atención, que quieren jugar todo el día e incluso que tratan de imponerte su presencia para que los acaricies o les prestes atención.
Ahora no… quiero jugar (ni hacerte caso)
¿Y a qué me estoy refiriendo? Principalmente, a transmitir a nuestros perros (en especial, si nuestros perros son muy insistentes) el típico «ahora no quiero jugar», que también puede ser: no quiero acariciarte, interactuar contigo y un largo etcétera quese resume en “ahora no puedo prestarte atención”. Por mil razones, no importa: estamos trabajando, leyendo, intentando dormir, viendo la TV, ayudando a nuestros hijos con los deberes, lo que sea.
En esta situación, nuestro impulso siempre es el mismo: gritar al perro un «¡NO!» o similares para que entienda que no es el momento adecuado; ese «no» solemos interpretarlo como un castigo, pero casi siempre será un refuerzo para nuestro perro y, por eso, casi nunca funcionará. Vamos a ver por qué, ¿de acuerdo?
Barack Obama dedicando algo de tiempo a su perro Bo. Siguiendo el ejemplo que explico en el artículo: Obama tiene que enseñar a Bo cuando es momento de correr por la Casa Blanca y cuando es momento de descansar; si Bo empieza a ladrar o a llorar por el despacho oval buscando su atención, Obama debería ignorar esa conducta e incluso irse y, cuando Bo, esté tranquilo y calmado, Barack dejará de trabajar por los estadounidenses y saldrá a correr y a jugar a la pelota con su perro.
Nuestro perro nos insiste (lame, toca, busca, ladra) porque… ¿Te has preguntado por qué? Ahí está la clave. Quiero captar nuestra atención para interactuar con nosotros (juego, caricias, etcétera). Si nosotros le reñimos, lo que entendemos como un castigo positivo (algo malo empieza), en realidad estamos ofreciéndole nuestra atención (refuerzo positivo: algo bueno empieza). Es decir, el perro consigue justo lo que estaba buscando: que le hagamos caso.
¿Todavía no lo ves claro? Vamos a profundizar un poco en esto. ¿Qué quiere el perro? Nuestra atención, ¿verdad? Si le gritamos «noes», uno tras otro, ya la tiene, ¿y ahora qué? El perro va a intentar subir un escalón más y conseguir juego, caricias, atenciones… No solo habremos conseguido lo contrario a lo que queríamos, sino que estamos generando expectativa de que algo mejor va a llegar.
En perros insistentes esto todavía es más exagerado. No solo porque no ceden a la primera, sino porque se suben encima de nosotros, nos tapan la tele o el libro que estamos leyendo, nos pegan cabezazos, nos mordisquean… Y nosotros: empujamos, movemos, gritamos ¡no!, ¡no!, ¡no!, y así. A estas alturas, ya hemos perdido el control de la situación: primero, por todo lo que comentaba anteriormente multiplicado por diez (contacto físico, mayor excitación); segundo, porque esto ya es un juego para él. Quizá no ha conseguido exactamente lo que buscaba, pero está jugando contigo (aunque tú no creas que estás jugando con él).
Por qué estructurar el juego y los tiempos de descanso/actividad
¿Y qué hacemos? Hay dos grandes consejos que podemos darte desde Dog’N’Roll. El primero es aprender a ignorar por completo a nuestro perro cuando no sea momento de prestarle atención. En serio. Ni una mirada: fíjate cómo se comunican dos perros equilibrados cuando uno de los dos no quiere interactuar; desviarán la mirada e ignorarán al otro con el típico rollo (lenguaje gestual) del «Ey, ahora no me apetece, ¿vale?».
Por supuesto, como todas las conductas, la extinción de esta tendrá un pico (o dos, el segundo más débil, por regla general) como es habitual en cualquier conducta operante que no se sigue reforzando: en cristiano, antes de que deje de hacer eso, el perro todavía puede ponerse más insistente (llorar, ladrar, saltar más a lo bruto). Cuando el perro esté tranquilo, premiaremos esa conducta con atenciones y, de este modo, el animal sabrá cuándo es momento de hacer cosas y cuándo es momento de relajarse y guardar energías para todo lo guay que viene luego. ¿Y si insiste e insiste? Cogemos, nos levantamos, cerramos la puerta detrás de nosotros y ahí se queda. Cuando esté tranquilo, volvemos y premiamos ese estado de calma.
Los comandos de obediencia son un modo estupendo de conectar con nuestros perros mientras entrenan, piensan y generan vínculo con nosotros.
Jerarquía de necesidades en perros
Y, por supuesto, hay un segundo punto para tener muy en cuenta.Muchos de los problemas que se generan con la atención surgen de no dedicar tiempo suficiente al perro y estructurar su día y rutina. Recuerda que es muy importante enseñar a tu perro cuándo es momento de jugar, pasear y descansar para que juntos podáis establecer una rutina de vida equilibrada. Cuanto más desestructurada sea la vida del perro o menos necesidades tenga cubiertas (por este orden, en la vida diaria: necesidades biológicas, emocionales, sociales, contacto social, entrenamiento y cognición: puedes leer más sobre el tema en el sitio web de la psicóloga/educadora canina Linda Michaels, quien ha creado una pirámide de necesidades caninas (jerarquía de necesidades) similar a la pirámide de Maslow).
¡Espero que este artículo te ayude un poco a entender por qué es tan importante estructurar los tiempos de descanso y actividad de vuestros perros! Como has podido comprobar, tu atención es una herramienta educativa poderosísima con tu perro.
Cuatro pautas para tener en cuenta sobre el «ahora no»
#1. Desde nuestra perspectiva, el «no» debe existir en la educación canina, pero siempre debe primar el «sí». Además, siempre que aparezca un «no» debería aparecer luego un «sí». Un ejemplo rápido: nuestro perro mordisquea la alfombra, si no queremos que lo haga, le diremos que «no» con seguridad y le ofreceremos una alternativa de lo que sí puede hacer (por ejemplo, jugar con un mordedor).
#2. Este artículo está muy enfocado a ofrecer unas bases educativas, pero es posible que perros que lleven mucho tiempo realizando una conducta (y reforzándose en ella) o animales muy insistentes, ignorar puede no ser siempre la mejor opción, llegando incluso a ser peligroso en perros con poca tolerancia a la frustración. En estos casos, te recomiendo contactar con un profesional y ofrecer a tu perro alternativas de enriquecimiento ambiental y de contención (por ejemplo, el transportín sobre el que hemos escrito dos artículos en este blog y, en breve, os traeremos una guía en formato eBook).
#3. Para favorecer una lectura fluida del artículo, no he entrado a hablar sobre la extinción de un comportamiento. Hay que tener presente que ignorar al perro y no reforzar esa conducta supondrá siempre la búsqueda (autónoma) de conductas alternativas de la que deberemos a estar muy atentos. En otras palabras, en educación canina, siempre que hablamos de la extinción de una conducta, simplificamos el hecho de que, o bien el perro deriva hacia un comportamiento más aceptable, o bien (lo lógico y el trabajo bien hecho) nosotros debemos ofrecerle una conducta alternativa funcional para todos. Si quieres saber más, en este artículo de Dog Train Cantabria sobre el castigo negativo y la extinción de conductas se explica bastante bien.
#4. Dependiendo de cada perro, además, pueden ser muy interesante plantear ejercicios de control y autocontrol, así como comandos como el «a tu sitio», el uso de transportín, enseñar cuando se inicia y se acaba el tiempo de juego con una palabra (por ejemplo, al principio: «¡a jugar!» y, al final, «¡fin!») y alternativas de enriquecimiento ambiental. En cualquier caso, todo aquello explicado en el artículo no es una fórmula mágica que funcione con todos los perros ni mucho menos, sino unas pautas de iniciación que te orienten sobre el «ahora no» y nuestra atención como refuerzo y castigo.
Nuestra amiga Lau Palau, fotógrafa de mascotas, vuelve al blog para explicarnos algunos trucos para hacer fotos chulas a nuestros perros.
Hoy vamos a hablar sobre algunos truquitos básicos para conseguir que tu perro sea más participativo cuando quieras hacerle algunas fotos. Conseguir que no salga corriendo nada más llegar a la ubicación que has elegido y captar su atención son los dos puntos más importantes a los que nos enfrentamos en estas situaciones.
3 consejos básicos para fotografiar a tu mascota más fácilmente
#1. Un perro cansado es un perro (más) tranquilo
No hace falta que vayas a correr una maratón con tu perro antes de poder hacerle unas fotos, pero sí es importante que le ayudes a quemar energía antes de la sesión. Esto es especialmente necesario para perros cuya educación es más relativa/escasa: si sabes que es complicado que tu perro no salga corriendo en medio del parque, hacer algo de ejercicio con él irá de fábula para que tenga menos ganas de juerga durante la sesión.
Y, como te decía, no es necesario centrarse en ejercicio físico: los juegos de olfato o diferentes actividades de estimulación mental pueden suponer el desgaste necesario para que tu perro no esté a tope de energía durante la sesión.
#2. No olvides su juguete preferido
Cuando queremos fotografiar a un perro los juguetes cobran especial importancia. En primer lugar porque nos permiten captar su atención e inmortalizar divertidas expresiones mientras intentan coger la pelota al vuelo o persiguen su juguete preferido. Y, en segundo lugar, porque para muchos perros no hay mejor recompensa a estar quietos posando que recibir su pelota para poder jugar un rato. Eso sí, si no quieres que la sesión de fotos de tu mascota se convierta en una hora de juegos para tu perro, ¡asegúrate de que sabe coger y soltar objetos a tu orden!
El entorno juega un papel crucial a la hora de hacer una sesión de fotos para tu mascota. No es lo mismo hacerle fotos en el jardín de casa que en la playa, en el parque o en plena ciudad. Y, por supuesto, tampoco es lo mismo disparar a las 9 de la mañana que a las 7 de la tarde. Cambiarán las condiciones de luz, ¡pero también el estado del entorno! Si quieres hacer las fotos en un parque, debes ser consciente de que en algunas horas habrá muchísima más gente que en otras, por ejemplo.
Esto puede influir, y mucho, en el comportamiento de tu perro: cuantas más personas, coches o perros haya alrededor, es decir, cuanto mayor sea el número de distracciones, más complicado será mantener la atención de tu compi durante la sesión.
Relájate: ¡solo es una sesión de fotos!
Cuando los guías afrontan la decisión de hacer una sesión de fotos a su mascota, es habitual que se preocupen más por el comportamiento del perro —que se siente, que se quede quieto, que no salga corriendo— que por la diversión en sí misma. Quizá tu perro no sea el más obediente del mundo, ni el más tranquilo, pero el objetivo de una sesión de fotos con tu mascota es capturar su personalidad. Déjale libertad para jugar y para relajarse (¡aunque sea a su manera!) y podrás conseguir hilarantes momentos que reflejen con toda fidelidad su manera de ser.
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