La educación del cachorro empieza con unas pautas sencillas para la convivencia entre el perro y la familia. Por supuesto, enseñar al cachorro a hacer sus necesidades donde tú quieras (donde debe) es muy importante para evitar problemas en el futuro, pero también está repleto de malentendidos, criterios de exigencia demasiado elevados desde el principio y necesidad de supervisión. Vamos a tratar todo esto, punto por punto.
Conductas higiénicas: hasta dónde podemos exigir al cachorro
Recordemos que de los 21 días a los 2 meses es cuando los perros comienzan a salir del cubil/madriguera y empiezan a orinar y defecar fuera. Anteriormente, las deposiciones de las crías son ingeridas por la madre como método de prevención ante posibles predadores. A partir de las 8 semanas los cachorros desarrollan lo que conocemos como preferencia de sustrato: aprender a orinar y defecar sobre superficies de un material concreto. ¿Qué significa esto? Este es el momento perfecto para enseñar al cachorro a hacer las necesidades donde tú quieras que lo haga.
Por supuesto, el caso más conflictivo es el de perros adultos (protectora) que han hecho sus necesidades donde han querido (o podido) durante largos periodos de tiempo y, sobre todo, aquellos que no han aprendido a distinguir sustratos: algo muy habitual en animales que han estado encerrados en cubículos de tiendas de mascotas durante las primeras etapas de desarrollo. Para ampliar información sobre esto, mejor lee Enseñar a tu perro a hacer sus necesidades donde tú quieres.
Criterios de exigencia: ¡son bebés!
Dicho esto, también es común que nuestro criterio de exigencia sea muy elevado durante las primeras semanas. Primero, cada perro es un mundo y aprende de forma distinta; segundo, son bebés: no nos cansaremos de repetir que, en esta etapa, no podemos exigir más a un perro de lo que le pediríamos a un bebé humano; tras el aprendizaje, habrá tiempo para exigir y aumentar el criterio, por supuesto; también nos ocurre a nosotros, las personas, pero ¿cuántas veces pretendemos conseguir un cachorro perfectamente educado tras unos pocos días? Con dos, tres y cuatro meses, sigue siendo un bebé.
Pasos básicos para enseñar a un cachorro a hacer sus necesidades en un lugar concreto
Se sabe que un cachorro puede aguantar el orín o la caca una hora más que los meses que tiene: es decir, un cachorro de 2 meses (lo hemos dicho ya: es un bebé) no puede estar sin hacer pis o caca más de 3 horas (2 meses + 1 hora); un cachorro de 3 meses, 4 horas; de 4 meses, 5 horas, y así sucesivamente. Pero ¡ojo! Los perros no tienen un control total de sus esfínteres hasta los cinco o seis meses de edad.
Para enseñarle a hacer sus necesidades, empezaremos por supervisar y mantener un control de horas (si hace pis o caca cada tres horas, estaría genial que, sabiendo que a las 12:00 lo ha hecho, no le deberías sacar a la calle más allá de las 14:00, por ejemplo) y acompañar al cachorro al lugar donde queremos que haga pis o caca. Por regla general, siempre que sea posible, es mejor que el cachorro haga sus necesidades directamente en la calle, pero ¿y si no es posible? En ese caso, sería necesario adecuar un espacio en casa (el típico papel de periódico en la galería o en una habitación) y, progresivamente, reforzaremos hacerlo en la calle hasta poder retirar por completo el sitio que habíamos reservado en casa.
Supervisar y anticiparse a la conducta
Ya hemos presentado dos conceptos clave: supervisión (es muy importante dedicar muchísimo tiempo extra los primeros meses juntos) y anticipación. Sobre este punto, hay que tener presente que un perro excitado (después de jugar, por ejemplo), que acaba de comer o se despierta de dormir es mucho más probable que tenga ganas de evacuar. Sabiendo esto, ¡aprovechémoslo!
Si lo hace donde no queremos, habrá que ignorar esa conducta; pero si lo hace donde queremos, ¡habrá que reforzarla mucho! ¿Cómo lo haremos?
Trataremos de conseguir que el perro acierte el máximo número de veces posible (que haga pis y caca en la calle, incluso en un punto concreto: por ejemplo, en la tierra);
Vamos a premiar mucho las conductas correctas con felicitaciones, caricias e incluso comestibles.
En el caso de que no pueda haber una supervisión activa (no estamos en casa, salimos a trabajar, etcétera), el perro deberá tener un espacio limitado y adaptado para aumentar la probabilidad de que hace pis y caca en los sitios apropiados; por el contrario, cuando estamos con él o ella, deberemos atender a los gestos de intención: olfatear el suelo y girar mientras lo hace es el más indicativo de todos ellos. Cuando veamos que quiere hacer sus necesidades, le acompañaremos al sitio e intentaremos mantenerlo allí hasta que termine.
Cuestiones a tener en cuenta para enseñar al cachorro a hacer sus necesidades
Hay varios puntos conflictivos para tener en cuenta:
Hay que mantener una rutina que el cachorro pueda comprender y anticipar. Si salimos a unas horas concretas, mantengamos esas horas (y recordemos los tiempos máximos) y, sobre todo, no variemos constantemente las salidas y entradas.
Por la noche, vale la pena restringir el agua (excepto en cachorros que puedan tener algún problema veterinario) y darle de cenar pronto: se recomienda entre tres y cinco horas antes de ir a dormir, pues así la última salida coincidirá con nuestra hora de acostarnos.
Usar detergentes enzimáticos para limpiar las cacas y los pises en casa y no lejía (que es un detergente amoniacal). ¿Por qué? Puedes generar que tus perros tengan más ganas de orinar encima.
NUNCA CASTIGAR. Primero, porque son bebés; segundo, porque el castigo no es necesario: si has optado por adoptar o comprar un cachorro, solo necesitas paciencia para su educación y, con unas pautas básicas, el cachorro aprende rápido, muy rápido. Tercero, porque puedes generar infinidad de problemas: el perro puede entender que no puede hacer caca o pis en nuestra presencia (y eso es jod*** de corregir, chicos/as), que reaccione con agresividad, provocarle miedos o inseguridades en las primeras etapas del desarrollo, ¡y cientos de problemas más!
También es muy habitual castigar al perro por mearse cuando no estábamos en casa. Esto no tiene sentido, ya que el perro no puede asociar una conducta anterior con el castigo, por lo que nunca podrá entender que le estamos riñendo porque se ha hecho pis. Como hemos dicho en el punto anterior, no hay necesidad de reñir, pero si le cogemos en el acto, será suficiente con llevarle al sitio apropiado.
Conclusiones
En definitiva, paciencia y trabajo es todo lo que se necesita para enseñar al cachorro a hacer sus necesidades donde tú quieres. Por supuesto, aquí estamos para resolver cualquier duda que os surja.
Nos sentamos en el bar con dos de nuestros perros —Dagor y Argos— y pedimos tres cervezas. Acabamos de salir de una sesión de socialización para el cachorro en casa de una amiga.
¿El perro? Un golden retriever con mucha energía y bobalicón como él solo.
—Oye, pues estaría fino transcribir algunos de los consejos para el blog —dice Antonio.
Será casualidad, claro, pero mi perro Argos gira la cabeza hacia mí, como adivinando mis intenciones. Enseño a Félix y a Antonio el smartphone; en la pantalla, hay una nota de voz de más de una hora de duración. Les digo: Cuando vosotros vais, yo vengo, chavales. Así que ahí va, una miniguía con consejos y dudas que todos hemos sufrido durante los primeros días y semanas de un cachorro en casa. No están ordenados por importancia, puede que muchas de las cosas jamás se le pasen por la cabeza a vuestro joven colega, o todo lo contrario, que os falten aquí recursos o la guía no resuelva ni la mitad de vuestras dudas. Bueno, en ese caso, no os cortéis y preguntad.
¡Cachorro a bordo!
Cuando lleguéis a casa, se va a producir la típica vorágine de mil cosas por hacer y mil dudas que surgen a cada minuto. Lo primero, tranquilidad; ante cualquier duda, ignoramos la conducta, y buscamos respuestas en gente cualificada como mis amigos Félix y Antonio, y, en breve, también un servidor.
¡Importantísimo! Jamás debemos separar al cachorro de su madre antes de los 60 días (vamos, de los 2 meses), pues se ha comprobado que los perros separados antes de este periodo, muestran mayor tendencia a conductas destructivas, ladrido excesivo, reacción excesiva ante ruidos, protección de recursos ante juguetes o comida o búsqueda de atención excesiva. Como este artículo no trata sobre este tema, échale un ojo a esta entrada del blog Perruneandopara ampliar información.
Días libres para estar más tiempo con el cachorro
Dicho esto, intentemos que la llegada de un cachorro coincida con días libres (fin de semana; días de fiesta) para que ambos os podáis adaptar e incluso leer unos cuantos artículos como este (y un par de libros: El cachorro llega a casade Linn Palm a mí me gustó muchísimo, pero tienes variedad para aburrir).
Lista de la compra para el cachorro
Una vez en casa, necesitarás: collar, correa, bolsas higiénicas (para las cacas), cama de perros o transportín, chapa identificativa y juguetes. Sobre esto último, muchas personas somos contrarias a dejar los juguetes al cachorro (o al perro adulto), porque preferimos estructurar el juego con él o ella y decidir cómo, cuándo y dónde se juega para, principalmente, evitar que se aburran de jugar y construir una buena dinámica de juego.
Despeja la casa al máximo
En otras palabras, limita los objetos importantes a su alcance: un cachorro tiene una conducta exploratoria en pleno desarrollo y sus manos son la boca. Si no nos puede coger nunca el móvil o un libro, no habrá que reñir y, sobre todo, no reforzará equis conductas que no queremos que refuerce (por ejemplo, destrozar zapatos).
Evitar que el perro destroce cosas, hace menos probable que aprenda a romperlas (o hacer otras trastadas).
Si realiza una conducta que no deseamos (y estamos con él o ella), lo mejor es que redirijamos esa acción; por ejemplo, el perro va a morder un zócalo y, en lugar de reñirle, coges un motivador y le das una alternativa dirigiendo su atención hacia el juego.
También te recomendamos que leas sobre la contención del cachorro: igual que un bebé se queda en su parque de juegos cuando no estamos supervisándole, deberíamos utilizar un transportín o una zona acotada para nuestro perro para evitar momentos de estrés y malestar.
New kid in town
Si no es tu primer perro, recuerda que:
Los perros se deben conocer en la calle para evitar tensiones innecesarias y territorialidad en casa. Pegaos un buen paseo juntos; si el cachorro todavía no está vacunado, el resto, por lo menos, debería poder olerlo y salir juntos a pasear, aunque el pequeñajo vaya en volandas y el paseo no se alargue demasiado.
Supervisa que no haya conflictos entre ellos. Esto se aplica a cualquier perro nuevo que entre en casa, y se basa en algo tan simple como observar e intervenir lo mínimo posible entre perros equilibrados. Tampoco hay que tomárselo como seguir al cachorro bajo lupa (un seguimiento continuo), ni mucho menos dedicar olvidarse de otros miembros de la manada (si los hay) y dedicar un tiempo excesivo al cachorro, en comparación.
Y, sobre todo, no seas tú la causa del conflicto, ¿eh? Alimento, juguetes y otros recursos no deberían quedar por ahí hasta que ya todos seamos amiguetes; si uno de tus perros reclama su espacio, déjaselo: no a todos los humanos nos gustan los bebés, ni a todos los perros adultos les gustan los cachorros.
¿Estar solos desde pequeños?
Para tratar de evitar situaciones problemáticas más adelante —ansiedad por separación, por ejemplo— debemos acostumbrar al cachorro a estar solo desde pequeño, o con el resto de miembros caninos de la manada, pero no humanos. El mayor error que cometemos aquí es pasar todo el día con él o ella y, de golpe, dejarlo solo 12 horas.
Apunta:
El tiempo máximo que un perro adulto puede estar solo son 12 horas (y ya es demasiado tiempo); de media, toleran bien 8 horas. Un cachorro, como mucho, no debería estar solo más de la mitad de ese tiempo: es decir, unas 4 horas. Quizá este punto no siempre se puede alcanzar, pero deberíamos intentarlo, y, sobre todo, sí cumplir con el siguiente.
El cachorro debe aprender a estar solo desde pequeño, pero hay que aumentar este tiempo poco a poco. De este modo, conseguiremos que se habitúe rápido y que no tenga problemas en quedarse solo.
Tanto la falta de atención como la atención excesiva pueden desarrollar conductas poco independientes en el cachorro: intentemos no irnos a los extremos; en especial, durante sus primeros meses de vida.
Te vas a hartar a limpiar caca y pis en casa
Y si esto te agobia, quizá un cachorro no es para ti. Es bastante normal que un perro no se habitúe a hacer sus necesidades hasta los 3 o 4 meses de edad; y tampoco es raro que tarden más: 5 meses, 6 meses. Para empezar, ellos no tienen la capacidad física de un perro adulto para controlar sus esfínteres, pero es que tampoco tienen ni puñetera idea aún de dónde está bien que hagan pis y caca y dónde no.
Recuerda:
Son bebés. Un cachorro es un bebé. No es cuestión de humanizar a un animal, nadie aquí te defenderá esa postura (porque, además, los perros lo pasan mal) Antes de reñir y, sobre todo, antes de castigar, plantéate cómo gestionarías esa situación con un bebé. ¿Crees que el bebé entendería por qué le riñes o castigas? Aquí, igual.
¿Lo mejor? Ignorar conducta, llevarlo a otra habitación y limpiar. Espera a que haga pis y caca en la calle, y móntale casi una fiesta de cumpleaños con trozos de salchichas, jamón, premios y felicitaciones muy, muy expresivas de esas por las que nos creemos que el resto de gente nos considera unos locos o locas que hablan con sus perros: ¡Muuuuy bieeeen, chico/a!; ¡suuuuúper!, ¡buuuuuuueeeeeeeeeno! Ya sabes.
No nos ofusquemos más de la cuenta: el cachorro terminará por hacer pis y caca fuera de casa: los que hemos tenido varios cachorros sabemos que hay algunos que a los 3 meses ya te reclaman salir a la calle, porque lo han pillado rapidísimo, y otros que les preocupa menos, y que alargan esta fase.
Por qué no castigar las necesidades fisiológicas (pis y caca) en el cachorro
No vemos lógico castigar a un cachorro (bebé) por hacer las necesidades donde no nos gusta. La opción que consideramos más efectiva es: estar atentos en esos momentos donde es más probable que haga pis o caca (después de comer, de jugar, de despertarse, etcétera) y llevarlo, entonces, donde queremos que lo haga para felicitarle y darle golosinas incluso; si lo hace donde no queremos, podemos incomodarle (por ejemplo, cargándole) y llevarle donde queremos que lo haga: en este caso, incorporamos un refuerzo negativo, pero no un castigo.
Si preferimos reñir (castigo; o castigo jerárquico) un «¡no!» en un cachorro basta y sobra. Y no, no funcionan otras técnicas de adiestramiento a lo vieja escuela como acercar el morro al pis o castigar aquí. Es más, podemos provocar patologías graves en nuestros colegas, como que empiecen a comerse sus cacas y sus pises: no vale la pena. No solo porque puede generar conductas anormales, sino porque estamos generando un vínculo positivo entre nosotros y el animal, y son este tipo de acciones aquellas que se lo pueden cargar.
En relación con esto último, el «¡no!» para un perro es más no por la actitud que por palabra. ¿Qué quiere decir esto? Para empezar, no abusemos de ella: si repetimos una palabra miles de veces sin consecuencias, el perro entenderá que esa palabra no tiene ningún valor. ¿Qué debemos hacer? Primero, entender que un cachorro suele ser una locomotora descubriendo el mundo a mil revoluciones por minuto; después, cuando hace algo que no debe, decir una vez ¡no! y, cuando deje de realizar la conducta por la que ha venido ese ¡no!, felicitarle por ello.
¡¿Cómorl?! Explícame esto último un poco más:
Los perros viven en presente, igual que no tiene ningún sentido enfadarse con ellos durante dos horas, tampoco lo tiene creer que no podemos reñir a un perro por A y felicitarle al cabo de unos segundos por B, pues él o ella siempre asociará los refuerzos o los castigos a la última acción que ha realizado.
Varias notas relacionadas sobre castigos:
Durante los primeros meses de vida del cachorro, continuamos con el trabajo de la madre (con las limitaciones humanas y entendiendo que nosotros somos humanos y los perros son perros, que no es ninguna obviedad); sí estamos a favor de tratar de imitar el mismo castigo que haría la madre si el cachorro roba comida.
Por el contrario, jamás castigaremos conductas naturales y exploratorias del perro, tales como romper un zócalo cuando se queda solo o subirse a una mesa: si existe un peligro real, apartaremos al cachorro de esa situación; si no, redirigiremos la conducta hacia otra.
En nuestra filosofía de crianza, consideramos que debemos ser continuadores del trabajo de la madre mientras el perro se adapta a la sociedad, pero no deseamos que un perro deje de ser perro.
Todos en la misma dirección
Todo lo anterior debe llevarse a cabo por parte de todos los miembros de la familia. Por esto, antes de meter a un cachorro en casa, vamos a tomarnos unos días y establecer un diálogo efectivo entre los miembros del núcleo familiar. ¿Estamos cómodos con que se suba a dormir al sofá?, ¿hay tiempo para dedicarle? y, sobre todo, ¿nos comprometemos a educar del mismo modo? Un perro puede ser educado de muchas formas, pero si las actitudes y las reacciones entre distintos miembros de la familia no siguen una misma línea, el animal tendrá muchísima más dificultad en generalizar en su etapa de cachorro y en las posteriores.
Lo que nos espera fuera del hogar
De acuerdo. Imaginemos que ya tiene las vacunas y que ya podemos ir a descubrir mundo juntos. Mola, ¿eh? Pues antes de salir a patear calle, recuerda siempre que tu casa es, para él, ese lugar seguro donde solo pasan cosas guays, siempre hay agua a su disposición, tienen su cama o transportín y puede sentirse seguro. ¿Y por qué te digo esto aquí? Porque no sabía dónde leches meterlo, pero es muy importante, y entenderlo antes de salir a la calle nos ayudará a enfrentar problemas y conductas del perro en casa y fuera.
Recuerda también que entre los 2 y los 4 meses el perro es una esponja y aprende un montón de cosas útiles para su futuro.
Un buen plan de socialización
Un cachorro necesita un buen plan de socialización para conocer el máximo de estímulos y situaciones posibles: otros perros, gatos, humanos (jóvenes, viejos, bebés, mujeres embarazadas…), coches, ruidos, mar, montaña, ¡todo! Y todo debe llegar de una forma positiva, así que también es muy importante priorizar la calidad de esas interacciones a la cantidad. Quizá estés pensando, ¡pues vaya! Qué de horas. Pues no pienses eso, y plantéatelo así: son dos meses que nunca (jamás de los jamases) podrás recuperar, y aprovéchalos al máximo, dejándolo al pobre sus merecidos descansos entre experiencia y experiencia, claro.
Hay cosas que no podrá aprender de adulto
Lo más importante de la fase de socialización es comprender que hay muchas cosas que no se pueden aprender de adultos: una extensión de la fase de imprinting o impronta de la que nos tenemos que encargar nosotros, igual que, en la anterior, se encargó el criador o la madre y los hermanos de camada. Lo que no aprenden aquí, no se va a aprender luego: las cosas que le ocurren al cachorro lo marcan para toda la vida.
¿Malas experiencias con cachorros? No, gracias
Vamos, pues, con las malas experiencias que vamos a evitar como la peste: niños molestando a tu perro no es divertido, perros jugando y generando miedo en tu perro no es bueno (mejor parar el juego; pero hay que saber identificarlo también), un perro agobiado por pasar diez horas en una gran superficie, tampoco. Eso sí, tampoco hay que rallarse in extremis: no es cuestión de sobreproteger, sino de aprender a leer las emociones y la gestualidad de nuestro colega perruno y gestionar esas interacciones necesarias.
El cachorro en casa: paulatino, positivo, variado
En definitiva, experiencias paulatinas y positivas. Si sois de Barcelona, nada de irse 6 horas a La Maquinista con los colegas: empezamos con 15 o 30 minutos; después, 1 hora, y así con todo: playa, montaña, casas ajenas, gente nueva…
Paseando, que es gerundio
¿Cuánto puede pasear un cachorro sin descansar? Por norma, se ha dicho que 10 minutos por mes de vida. ¿Es real esa cifra? Ni de coña, pero tampoco es una medida de orientación horrible. Lo que ocurre es que esto dependerá muchísimo de cada raza de perro o de cada perro en el caso de los mestizos. Con tres meses, paseos de 30 min pueden ser más que suficientes o no; tomémonos el tiempo de conocer a nuestros cachorros y ver qué energía tienen (no tienen la misma energía un pastor alemán o belga que un carlino). Adaptemos el paseo a su energía, y, eso sí, no acostumbremos al cachorro a dar paseos de horas y horas de duración (ya habrá tiempo), porque:
Sí, aguantan mucho más, pero no es recomendable: sobreexcitamos, podemos afectar al crecimiento, generamos conductas negativas entre el ejercicio y el descanso…
El paseo es un momento para descubrir olores, socializar, etcétera. Hay que estar siempre atentos al paseo (nada de móvil en mano y caminando sin parar).
El perro tirará, irá de aquí para allá, intentará ir hacia otros perros y personas… Aprovecha y aprende a gestionar esto a medida que crece, y no cuando sea un bichaco.
Iniciación a la educación canina
En esta fase, trabajar obediencia no tiene mucho sentido (y si lo hacemos, el criterio deberá ser siempre mínimo), pero sí podemos evitar e incentivar otras cosas:
Si tira para ir hacia otros perros, nos damos media vuelta y volvemos a acercarlo sin prisas cuando entienda que tiene que ir tranquilo. Repetimos las veces que haga falta. El trabajo de correa mucha gente lo inicia en calle, donde hay miles de estímulos; en Dog’N’Roll te recomendamos que lo empieces en casa, pues siempre será más sencillo después.
Si se sienta para obligarte a esperar a otros perros, lo ponemos de pie y seguimos caminando. No obstante, nuestro objetivo último es que el cachorro mantenga una mayor atención en nosotros que en el entorno.
Para empezar a enseñar a pasear a un cachorro es recomendable pararse cuando tira de la correa o cambiar de dirección (con cuidado, que es pequeñajo): si vamos en dirección Norte, 180º y cambiamos a Sur. Con esto no hay que obcecarse si le cuesta cogerlo: es muy pequeño: hay mil olores, cosas nuevas, millones de experiencias chulas, pero somos nosotros quien gestionamos, no quien está detrás de la correa, dejándose llevar hacia aquí y hacia allá.
Junto a todo lo anterior, vamos a trabajar desde ya el evitar que se suba a la gente para saludar (esto es es un fastidio cuando son adultos). Si se sube, lo sentamos o, si tiene la orden, le hacemos sentarse o mejor tumbarse primero. Sí, 90 de cada 100 personas te dirán: «No pasa nada, ¿eh?» Entonces le explicas que estás enseñándole a que no lo haga porque de aquí seis meses, sí que pasa y habrá que dejar de hacer algo que lleva toda la vida reforzando. Si lo entiende genial, sino te largas, pero no dejas que siga haciéndolo.
En esta fase, trabajar el autocontrol del cachorro será básico para conseguir un perro equilibrado que sepa pasar tiempo solo, no se sobreexcite con facilidad, que espere a la hora de comer, que salga de una habitación o a la calle de una forma ordenada, que no salte a la gente… En fin, ¡que hay cientos de cosas que sí que puedes iniciar y trabajar!
El juego como motor del aprendizaje
También podemos incorporar algunos ejercicios y juegos que nos ayudarán más adelante en la obediencia, como:
Memoria muscular y propiocepción en cachorros: que nos permite aprovechar la capacidad que tienen los músculos para mantener en el tiempo la base de un entrenamiento pasado, aunque no se practique el ejercicio en mucho tiempo. Nos pasa a los humanos con el ejercicio físico, también a ellos.
Juegos de rastreo y de olor, para el que ya tienes algunos ejemplos en un artículo anterior de este blog: eso sí, recuerda, poco a poco; mucho más cuando se trata de cachorros.
Juego con mordedor y pelota, que estructuramos y controlamos nosotros, y nunca dejamos los juguetes al finalizar —también debes marcar muy bien el inicio y el fin del tiempo de juego: puedes usar un ¡a jugar! al inicio, y un ¡fin! al acabar.
Juegos de inteligencia sencillos. O mejor, ¡muy sencillos! Nada de generar frustración.
Apuntes finales, y ya no nos enrollamos más
Con todo lo anterior, tienes material suficiente para seguir investigando por tu cuenta —o péganos un toque y te echamos un cable, que nos molan un montón los cachorrotes—, pero ya que no hay límite de palabras (y suerte, porque vaya pedazo de tochos que dejamos por aquí, ¿eh?), también te recomendamos que:
Aproveches las visitas al veterinario para positivizar la experiencia: hazla divertida y premia a tu perro. Por regla general, el veterinario quedará accesible desde tu casa, así que pásate por ahí a decir hola o a comprar cualquier tontería para que no solo quede asociado a experiencias negativas.
Si tu cachorro es un destructor en potencia, aprende a introducir y positivizar el transportín en vuestro día a día. El kennel no es una herramienta de castigo, sino todo lo contrario, un espacio para que el perro se relaje y para evitar/controlar conductas no deseadas. ¿Dónde va un perro inseguro a relajarse o a conseguir cierta seguridad? Exacto, a una madriguera o un cubil, cuanto más ajustado mejor. Ya hablaremos más del transportín en los talleres de Dog’N’Roll, pero 1) es siempre algo positivo para ellos, 2) el perro bien habituado al transportín no lo pasa mal, sino todo lo contrario y 3) hay un tiempo limitado que puede estar en él y un proceso de aprendizaje detrás. Si os urge saber cómo habituar al transportín, haz clic en el contacto y hablamos.
Durante los seis primeros meses de vida, un perro suele ser un terremoto encantador; mucha paciencia, supervisión —en especial, si tenéis niños en casa— y nada de obsesionarse demasiado: disfruta de estos meses, no te agobies y sé tú mismo/a. Crecen mucho más rápido de lo que nos creemos, ¡así que aprovecha cada minuto con ellos!
Por último, ¡MUY IMPORTANTE! (en serio). Mucha gente deja la educación o ciertos problemas de conducta de su perro y contacta con un educador canina tras un año o dos de convivencia. Si tienes dudas, y crees que necesitas ayuda o que hay actitudes o conductas de tu perro/a que no entiendes, aprovecha en esta fase: cuanto más tiempo dejes pasar, más tiempo necesitarás para modificar una conducta perjudicial. Ante la duda, consulta con profesionales que te puedan orientar: nunca te vas a arrepentir de esa decisión.
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