En 2018, escribí mi primer (mega)artículo sobre señales de calma y apaciguamiento en perros y los contratiempos más habituales de la gestualidad canina (lo tienes enlazado al final del post). Acompañé ese texto de algunos ejemplos, como el licking (relamerse), los bostezos o el ladeo de cabeza (se han reconocido más de 30 señales de calma en perros), que, en su día, consideré muy útiles para difundir el texto.
Entonces, creía que tenía poco sentido hablar de todas las señales de apaciguamiento y advertencia en un único post ( o hacer un artículo estilo “guía de gestualidad canina”), porque iba a quedar larguísimo y porque ya existían recursos similares por otros sitios. Hoy, creo que me equivocaba, porque la he escrito, aunque ha quedado larguísima.
Esta entrada utiliza muchas ilustraciones de la artista malaya-estadounidense Lili Chan, afincada en Los Ángeles. En su web, Doggie Drawings puedes conocer su trabajo más a fondo.
¿Para qué iba a hacer eso?
En 1996, Turid Ruugas publicó El lenguaje de los perros | Las señales de calmay te lo puedes comprar por ocho euros en Amazon. Incluso El canal de Moncho (muy chulo, el trabajo de este chico) se lio la manta a la cabeza y tiene el formato audiolibro en YouTube en dos partes (parte 1 y parte 2). No solo eso: se trata de un libro importante y, sobre todo, accesible, ameno, interesante, breve.
Las señales de calma se han […] convertido en un cajón de sastre donde todo cabe y, a veces, en una excesiva simplificación del comportamiento y la comunicación canina.
En su día, eso era motivo suficiente para no ponerme a redactar un artículo así, pero, luego pensé: habrá un montón de gente que no se compre ese libro ni se escuche un audio-libro. Y pa’lante con el artículo. (más…)
Esta es una entrada con artículos de educación canina recopilados. Algo así como un refrito, que creé cuando algunos artículos interesantes de Dog’N’Roll estaban en la página de uno de mis exsocios. Hoy están en Dog Ventura, por lo que sirve como un «destacados», y poco más.
Entre 2017 y 2020, tuve una larga etapa de formación y experiencia de trabajo con perros en Dog’N’Roll y Conectadogs Associació. Compaginaba la educación canina con mi trabajo en marketing, por lo que trabajaba unas cuantas horas extra a la semana (sí: pedazo eufemismo).
Todo ello, me sirvió para adquirir mucho manejo de perros reactivos, inseguros y empezar a pulir un poco mi técnica de trabajo, pero también para aprender teoría (a saco). A menudo, escribía artículos de educación canina en varias páginas (entre ellas, Dog’N’Roll). Cuando Antonio, Félix y yo nos separamos, preferí que los contenidos creados (más orientados a canino) los aprovechasen ellos.
Así, hoy os traigo una especie de refrito con artículos de interés sobre el mundo del perro, ¡espero que os gusten!(más…)
Cuando Turid Ruugas publicó la primera edición de El lenguaje de los perros: las señales de calmarevolucionó la comprensión que el gran público tenía acerca de cómo se comunican los perros entre sí, pero, su trascendencia, en el mundo canino fue más lejos: basándose en su experiencia, Ruugas afirmó que los humanos podíamos utilizar esas señales de apaciguamiento o calma para comunicarnos con los perros y, más importante aún, entender qué nos están diciendo nuestros perros con su propio lenguaje.
Todos los perros conocen las señales de calma
Todos los perros del mundo (que cuenten con un buen desarrollo) se entienden entre ellos. No importa que cojas a un chihuahua y a un akita japonés, a un pastor alemán DDR o a un mestizo, las señales de calma son el idioma universal en el mundo canino.
En las primeras fases de su desarrollo (hasta los tres meses), el perro aprenderá ese lenguaje que le acompañará el resto de su vida junto a su madre y sus hermanos de camada. Para practicarlo, empezará a socializar y seguirá mejorando sus habilidades comunicativas a través de la práctica hasta que termine este periodo de su desarrollo (entre los 3 y los 4 meses). Por desgracia, si la impronta o la socialización es deficiente, el perro no será capaz de interpretar o reconocer algunas de las señales de calma —o, en casos críticos (destete prematuro o mala socialización, por ejemplo), una amplia mayoría—, si bien tendrá otros problemas graves como falta de inhibición de la mordida, posible reactividad ante un gran número de estímulos y/o situaciones, y un largo etcétera.
El principal problema de la gestualidad canina
Pero la mayoría de los perros se entienden. Algunos se gustan, otros se ignoran; hay cachorros pesados y juguetones y perros senior que se cansan de ignorar y dar la espalda, y se “explican” de una forma más enérgica. Y es que el principal problema de los perros no son otros perros, sino nosotros: los humanos. ¿Por qué? Los perros solo saben comunicarse mediante la gestualidad canina y, sin encontrar ninguna razón para creer lo contrario, ellos imaginan que cualquiera puede entender este sistema comunicativo.
En muchos casos lo que ocurre es que convivimos con un animal con el que no nos hemos tomado la molestia de aprender su idioma —como si metiésemos a un señor chino en casa y creyésemos que nos vamos a entender de inmediato y no van a existir malentendidos, oye—, por lo que se dan tres situaciones comunes:
Las señales de calma del perro fallan, y no nos entendemos; esto genera un grave problema de comunicación y puede llevar a cabo malentendidos entre ambos
Esa gestualidad se malinterpreta (por ejemplo, un gruñido de incomodidad o un ladeo de cabeza cuando le estamos llamando a voz en grito y muy enfadados) y castigamos al perro por usar señales con las que está intentando comunicarse, lo que puede traducirse en:
El perro deja de usar señales de calma contigo e incluso generaliza que las señales de calma no funcionan
Generas frustración en el perro, que se traduce en nerviosismo, estrés e incluso agresividad
Como animales gregarios, los perros necesitan comunicarse para cooperar, generar vínculos de utilidad y vivir en relativa armonía con el resto de sus congéneres. Un perro sano no busca conflicto si puede evitarlo, porque los conflictos son peligrosos, causan daño físico y, sobre todo, afectan y debilitan al grupo: en definitiva, los conflictos generan más riesgos que beneficios. Todo esto, también se aplica hoy, aunque hasta hace poco no se nos recordase que nuestros perros llevan miles de años hablando con nosotros.
Más de 30 señales de calma y… advertencia
Aunque Rugaas englobó toda la gestualidad canina en señales de calma o apaciguamiento, hoy día, solemos dividir este lenguaje en señales de calma (1) y señales de advertencia (2), pues su objetivo es totalmente opuesto:las primeras, buscan generar un diálogo y convivencia;las otras, buscan espacio, terminar con una aproximación o con ese “diálogo”. Además, las señales de calma suelen tener varias interpretaciones, porque no siempre son intencionadas, sino que forman parte del repertorio comunicativo (interiorizado) y, a menudo, los perros las ejecutan sin “pensar”, mientras que las señales de advertencia, siempre tendrán una función clara.
Se han clasificado un repertorio cercano a las 30 señales de calma y advertencia: algunas utilizadas por la mayoría de los perros y otras que dependen del individuo. Asimismo, los perros pueden generar sus propias señales de calma, que no es más que un vocabulario gestual: si cumplen el proceso comunicativo, lo más probable es que se siga utilizando esa señal.
Aquí tenéis el famoso resumen gráfico de la artista norteamericana Lili Chin:
A continuación, te explicamos algunas de las señales de calma más habituales, si bien es importante que recuerdes que hay muchas otras que no hemos recogido aquí —levantar la pata delantera, levantar la pata trasera, buscar el trasero de otro perro o desviar la atención oliendo, entre otras— con la intención de concentrarnos en aquellas más frecuentes.
Algunas señales de calma habituales
#1. Girar la cabeza/darse la vuelta
Un perro que quiera calmar a su receptor puede girar lentamente la cabeza hacia un lado e incluso darse la vuelta con el fin de evitar el enfrentamiento. Esta es una de las señales más frecuentes en los perros, y, si haces memoria, es probable que los tuyos lo hayan hecho cuando has ido a regañarles por algo. Se trata de la principal herramienta que tienen para evitar y resolver conflictos ante un estímulo que les resulta furioso o intimidatorio.
#2. Bostezos
Hablamos, por supuesto, del bostezo como señal de calma y no como respuesta fisiológica. En este caso, el bostezo es un signo que denota incomodidad o incomprensión; puede darse en miles de situaciones (desde sesiones de entrenamiento demasiado extensas a mirarlo fijamente o realizar movimientos rápidos e impredecibles). Una reacción típica del otro perro tras el bostezo del primero es lamerse el hocico como respuesta: no busco problemas, todo está bien.
#3. Relamerse o licking
Si bien, a veces, es difícil de apreciar, el licking es una de las señales de calma más habituales, que suele ir acompañada de la cabeza baja o un movimiento hacia un lado. Como gesto, también lo utilizan para indicarnos que necesitan espacio o que la situación se les hace incómoda.
#4. Olisquear el suelo
Si bien el olfateo es (y debería ser) una de las acciones básicas de la vida de cualquier perro, hay situaciones de estrés o conflicto en las que el perro olisquea por estrés, para desviar la mirada o, simplemente, para parecer que está centrado en otra cosa.
#5. Freezing, juego, panza arriba…
Otras señales de calma bastante comunes en perros son el freezing (quedarse congelados, muy relacionado con los comportamientos predadores), entrecerrar los ojos o mostrar distintas posiciones propias del juego. Hay perros mucho más sutiles que otros, por supuesto, y también animales que su lenguaje es mucho más evidente o basto: entre estas, ponerse panza arriba o lamer los belfos de otro perro o la cara y las manos de una persona son dos de las más exageradas.
En Dog’N’Roll solemos dividir las señales en tres tipos o tipologías:
Señales para liberar el estrés: sacudirse, licking por incomodidad, bostezos, rascarse.
Señales para buscar interacción o comunicación: dar la espalda, bostezar, miradas, boca arriba, inclinación para el juego…
Señales que denotan estados de alerta y advertencia (también una posible reactividad): desplazamientos laterales, signos de estrés como el jadeo, mirar de reojo; signos de focalización, acechar como inicio de una conducta de caza (dependiendo del contexto, también puede ser juego), levantar los belfos con o sin sonido, gruñidos enseñando o no los dientes y un larguísimo etcétera.
El lenguaje canino es riquísimo y, en muchos casos, también está repleto de matices y sutilezas que pueden pasarnos inadvertidas, pero es la vía para una mejor comunicación con nuestros perros y con cualquier animal y es tarea nuestra preocuparnos por aprender, por lo menos, aquellas señales de calma y advertencia más sencillas: solo con esto, nuestra relación con ellos va a mejorar un 300 %. ¡Ya lo verás!
Hay un par de conceptos que no siempre tenemos en mente. Se trata de la paciencia con los perros y de la importancia de una buena comunicación y en cómo estos dos factores afectan a su educación.
Si alguien le grita a un bebé porque se ha hecho caca, pensaremos que es idiota o que la paternidad/maternidad le tiene de los nervios , ¿verdad?
Cuando viajamos al extranjero, o cuando un turista nos pregunta algo por la calle, hacemos un gran esfuerzo para tratar de comunicarnos: gestos, el uso de palabras en su propio idioma, la pronunciación lenta (y, más de uno, a voz en grito, pero con la firme creencia de que, así, le van a entender mejor), etcétera. Con un perro, ese esfuerzo se evapora: ni nos preocupamos por entender lo que el perro quiere decirnos (1), ni tratamos de hablar perro (2), ni nos esforzamos demasiado en enseñar al perro a entender nuestro idioma (3).
Un gran número de problemas humano-animal es que no nos entendemos, y no sabemos cómo establecer vías para entendernos, ¿no te parece? Por eso, cuando reñimos a un perro con un cabreo monumental y el perro bosteza, desvía la mirada y se lame la trufa, creemos, erróneamente, que nos está ignorando, y nos cabreamos más. No percibimos que lo ha entendido y que ya es suficiente, que podemos relajar la actitud e iniciar otra actividad juntos.
Cabreo monumental, además, ¿eh?
Eso nos cuesta muy poco con los perros, ¿no te parece?
¿No somos un poco demasiado gruñones y gruñonas a veces?
Deja de matar moscas a cañonazos: ten paciencia con los perros
Cada vez más adiestradores y etólogos señalan que, a menudo, es una conducta que pretende matar moscas a cañonazos. La paciencia con los perros sigue brillando por su ausencia.
Pensemos un segundo en esto: ¿tiene el mismo valor el refuerzo (el premio, las felicitaciones) que vamos a darle a nuestro perro cuando venga a la llamada en un parque lleno de olores, mientras juega con otros perros colegas y hay mil estímulos alrededor que cuando lo hace a dos metros nuestro en el comedor de la casa? No, ¿verdad?
Y lo que es más frecuente: ¿es igual de grave que Toby escarbe un hueco en el jardín (conducta natural en un perro, por cierto) a que se cuele en la cocina en tu cara y hurgue en el cubo de basura o salga a la calle hecho un basilisco e intente mordisquearle el lomo a los otros perros? No, no lo es. Cada una de esas conductas tiene una importancia distinta. La cuestión es que mucha gente felicita igual y riñe igual; y cuando riñe, ¡siempre parece que se va a acabar el mundo!
Demos la vuelta a este tema. ¿Qué debe percibir el perro y, sobre todo, cómo nos debe percibir un perro al que nos pasamos el día entero gritando? Imaginemos cómo nos percibiría cualquier niño, o cualquier persona si me apuras, y tendremos una imagen similar. También es fácil de decir, ¿verdad? Cuando tenemos a un perro muy activo o nervioso que se pasa el día saltando, correteando, que no se relaja, que ladra de tanta excitación… Ahí está el problema. ¡Sí, lo sabemos! Pero es que hay dos problemas aquí: el primero, y quizá no te guste leer esto, es que eso perro no está equilibrado: necesita más ejercicio, estimulación, juego, trabajo; el segundo es que, gritando, en el 99 % de las situaciones, solo vas a conseguir reforzar esas conductas en el medio y el largo plazo.
Deja de cabrearte a todas horas con el Toby
Vale. Imaginemos un poco más:
El Toby se pone loco cuando quiere salir a pasear. ¿Le gritamos? No. Porque se va a poner más loco, o va a derivar esa conducta hacia otras conductas que no nos interesan (gritando no vamos a conseguir que se relajen). Nos ponemos delante de la puerta, sin interactuar con él, sin hablar con él, sin hacer nada más que demostrarle lo que queremos. Cuando se siente, pare de dar saltos y se relaje, ponemos la correa y salimos a pasear. ¿Tendremos que repetirlo varias veces? Por supuesto, pero eso también es comunicación y educación canina.
El Toby está zen, zen total.
Esa misma actitud relajada la podemos trasladar a las comidas, a las visitas, a los paseos… en definitiva, a nuestra rutina diaria con el perro. Hay escuelas de adiestramiento y educación canina que se basan en ignorar las conductas que no nos gustan, evitar aquellas conductas conflictivas y premiar el resto de conductas que queremos reforzar; en Dog Ventura creemos que el castigo es parte de la educación (y un ¡no! con actitud es más del 90 % de los aversivos que necesitamos), pero también consideramos que se trata de una ínfima porción en comparación a la actitud que transmitir al animal, que siempre debe ser tranquila y equilibrada (y es aquello que da sentido al castigo también, el cual tiene que ser siempre lo menos emocional que uno pueda).
Intentemos adoptar las siguientes pautas:
Enseñemos, con paciencia, a nuestros perros a hablar persona: si no nos entienden, se van a frustrar; además, la educación y la obediencia genera vínculo.
Aprendamos a hablar «perro» —en unos días os traemos un artículo con señales de calma o apaciguamiento, por cierto—. Nosotros centramos la comunicación en la palabra; el perro nos dice todo lo que quiere decirnos con su propia gestualidad.
Reñir y castigar a un perro afecta a nuestro vínculo con el animal, por eso tenemos que esforzarnos en tener un vínculo fuerte entre ambos. ¿O tu dejaste de querer a tus padres porque te reñían y castigaban? No, ¿verdad? Pero tus padres hacían muchas cosas buenas por ti también. No se limitaban a reñirte y castigarte todo el tiempo: porque reñir y castigar no es educar, sino evitar e inhibir conductas peligrosas que nos permitan crear un contexto en el que educar a nuestros colegas peludos.
En definitiva, comunicación, paciencia con los perros y un esfuerzo de adaptación por parte de los dos: el perro siempre se esforzará por entendernos y agradarnos —está en su naturaleza desde hace miles de años—, pero nosotros debemos recordar que no se trata solo de exigir, sino también de dar.
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