Como educadores o adiestradores caninos, tratamos continuamente con personas y perros de todo tipo y nos encontramos con situaciones bastantes curiosas. Hoy, voy a hablaros y preveniros sobre algunas de las más contradicciones en la educación canina que más vemos, ya que, a menudo, aquí se encuentra la raíz de muchos problemas de conducta de los perros de familia.
Cada día, más gente comparte su vida con perros, pero, al mismo tiempo, hay un desconocimiento enorme sobre el mundo canino. El porqué lo podemos encontrar en los referentes en cuestiones de educación canina: el “cuñadismo” de los expertos de parque y los programas de la tele que poco tienen que ver con la realidad, donde se ofrece un show con una visión errónea o limitada del trabajo con perros.
Por todo esto, quiero compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la profesión, el mundo canino y también acerca de situaciones muy comunes durante visitas con clientes. Sin más dilación, ahí van las principales contradicciones en la educación canina que yo me he encontrado.
¡¿Los programas de perros en TV no siempre dicen la verdad!?
Los programas de tele son un espectáculo: no son realistas y ofrecen una falsa percepción al tratar problemas de comportamiento.
En otras palabras, ¡magia!
Un toque, un tirón, un “¡shhh!” Y voilà! Todo solucionado y en 5 minutos. Increíble, ¿verdad?

La realidad es muy diferente: podemos asegurarlo; no existen los atajos, ni las herramientas mágicas, ni las soluciones en 5 minutos.
Los resultados son fruto del trabajo y de la constancia, y el tiempo a invertir para comenzar a ver resultados dependerá de muchos factores: la dedicación y el compromiso de los propietarios, la sensibilidad del perro, la fuerza de los instintos, el tiempo que lleva realizando la conducta a modificar, entre otros.
¿Es realmente caro educar a mi perro?
Otro tema relacionado con el anterior es el coste del trabajo que realiza un educador. Una inversión que muchos clientes perciben como un problema desde antes de empezar a trabajar, pues no contemplan la posibilidad de invertir en la educación de sus perros como sí invierten en su salud física a través de los veterinarios o la nutrición.
Por desgracia, nuestro oficio no siempre está reconocido como lo que es: un trabajo técnico que requiere de conocimientos y experiencia para realizarlo con seguridad y eficacia. El intrusismo laboral es enorme en este sector y algunos supuestos profesionales, formados a través de episodios de televisión, ofrecen servicios a un precio bajísimo, perjudicando a todos; confundiendo a la gente que no sabe diferenciar a un profesional de un aficionado y, lo que todavía es peor en muchos casos, perjudicando a los animales y, en definitiva, dañando la imagen de nuestra profesión.
En definitiva, un educador canino profesional se ha formado en centros especializados y sigue formándose de forma continua a través de cursos y seminarios. El aprendizaje constante es lo que hace que pueda tratar casos de todo tipo, ya que cada perro es un mundo y las soluciones que funcionan con uno, pueden no funcionar con otro.
Y no solo eso: un buen trabajo de educación canina, en el que salen beneficiados tanto los guías como los perros, requiere de tiempo y paciencia. Las soluciones “mágicas”, rápidas y baratas a menudo pasan por métodos que lo único que hacen es inhibir al perro y bloquear sus respuestas a todo tipo de estímulos, de forma totalmente negativa para el animal.
Expectativas, criterio y contradicciones en la educación canina
A menudo, observamos cómo algunos propietarios tienen una expectativa poco realista y es nuestra obligación asesorarles como se merecen.
Por poner un ejemplo, en un caso de agresividad dirigida hacia perros, muchas veces se pretende pasar de “mi perro se tira a morder y a ladrar a todos los perros que ve” a tener como objetivo que pueda jugar con todos los perros en el parque. Esto es un error y genera muchísima frustración a los propietarios: un punto de vista realista será conseguir poder pasear sin que ladre a los perros a cierta distancia, poco a poco, ir disminuyendo esa separación o distancia; después que pueda pasear junto a un perro, luego dos y un largo etcétera de pasos hasta dotarlo de las herramientas suficientes para un contacto seguro.
Asimismo, es común observar que el criterio o la exigencia por parte de algunos propietarios es muy elevado; en especial, con cachorros. Un perro pasa 15 horas solo y los propietarios esperan que estén tranquilos, sin romper nada, en silencio y sin orinarse o cagarse en casa: no hace falta decir que no tiene sentido, la mayoría de los perros no aguantarían esta situación. Y nosotros tampoco, ¿verdad?
Y, por último, algunas contradicciones que nos ayudarán a ver cómo reforzamos conductas y, a su vez, intentamos erradicarlas. A veces, todo no se puede tener, ¿verdad?
Ahí van algunos ejemplos:
- Sobreexcitar al perro continuamente y molestarse porque no sabe estar tranquilo
- No dedicar tiempo al perro y molestarse porque no obedece o no aprende
- Mandar mensajes contradictorios al perro: hay normas, pero, a veces, se cumplen y otras no importa: ¡el perro no puede entender que, a veces, está bien subir al sofá, pero otras veces no!
- Adquirir un perro potente, grande y fuerte porque nos encantan y no tener capacidad para manejarlo
- Adquirir un perro a sabiendas de no tener tiempo para dedicarle
¡Muchas gracias por leerme! Y recordad que, cuando decidimos adquirir un perro, debemos hacer un ejercicio de sinceridad y compromiso para ofrecerles una vida digna y feliz.
La primera fotografía que se ha utilizado en este artículo pertenece al artículo Perros cinéfilos: sí, también ellos tienen sus programas favoritos en la TV de SrPerro.