Para el tema del dog-friendly (y el pet-friendly) nos sirve lo que decía Dickens, en Historia de dos ciudades:
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.
No sé si empiezo muy duro, pero es que me cansa bastante que se relacionen estos dos conceptos.
A medida que se van consiguiendo nuevos derechos para los animales, también vemos cómo (al margen de su bienestar) se intenta “sacar pasta” sin atender a lo que es bueno o malo para los perros. Un sitio pet-friendly, que acepta animales, no tiene por que ser dog-friendly o amistoso con ellos. Por desgracia, estas iniciativas están muy vinculadas con atraer nuevos clientes, pero no tanto por el bienestar del perro.
Y esto aplica al local, pero también a la familia que decide ir con el perro al local.
Hablamos (primero) de pet-friendly
A grandes rasgos, un espacio pet-friendly ya empieza mal, porque la etimología lo deja claro: mascota. Si hablamos de (la) mascota (de alguien), indirectamente estamos diciendo que lo importante no es el animal, sino su “dueño” (mejor guía, tutor, familia, ¿no?).
Un buen ejemplo es este artículo de Zona Barista, que intenta dar consejos sobre cómo crear espacios acogedores.
Hay ideas buenas ahí:
- crear zonas espaciosas (esperemos que no apartadas),
- no invadir el espacio de los animales
- prestar atención a los detalles que los familiares puedan valorar positivamente
- el resto son medidas higiénicas, promocionales y de control
Pero ¿la responsabilidad es solo de los negocios? Por supuesto que no.
En un mundo ideal, los locales dejarán espacio y mantendrán un aforo limitado; tomarán medidas para el bienestar físico y emocional de los peludos (como propiciar un ambiente tranquilo, no mirar directamente a los ojos a los perros, evitar que muchos perros se crucen en una zona cerrada o se invadan espacio: esto implicaría tener conocimientos avanzados, por cierto).
El elefante en la habitación, como suele decirse, es que locales, restaurantes y otros espacios sociales no siempre se adaptan o tienen presente esto más allá del “mascotismo”.
¿Quieres traer al perro? Traélo. Está permitido. ¿Y cómo lo está viviendo ese animal?
Un enfoque dog-friendly
Hay muchos lugares que no están preparados (y se ve claro si analizamos locales y restaurantes) o son beneficiosos para la mayoría de los perros. No obstante, esto también pasa en competiciones o exhibiciones, incluso en eventos programados por las protectoras, que pueden suponer un grave estrés o no ser beneficiosas para muchos animales.
¿Compensa? Es posible, si el perro puede salir adoptado, quizá sí; pero llevarte el perro al bar se supone que es para que los dos estéis bien.
¿Qué piensa el perro?
Las necesidades y los comportamientos de un perro son individuales, basados en su desarrollo (ontogenia), aprendizajes y genética (filogenia), por lo que es básico mostrar empatía y comprensión, respetandos sus tiempos y necesidades. Quizá la forma más dog-friendly de actuar aquí sea hacernos preguntas cómo:
- ¿Es necesario que me acompañe a un bar o un restaurante?
- ¿Cómo le afecta? ¿Es positivo o negativo? ¿Parece tranquilo tras la visita al bar o está más inquieto?
- ¿Cómo compenso ese tiempo de “pausa”? ¿Paseamos un rato más? ¿Bajo al bar directo al salir a la calle con mi perro?
- ¿Hemos paseado antes?
- ¿Se alarga durante horas o se limita a unos pocos minutos?
- ¿El perro se muestra tranquilo en esa situación?, ¿todo el tiempo?
Cuando conoces el lenguaje gestual, te hartas a ver perros contenidos, ansiosos o inseguros en lugares en los que no quieren estar. Situaciones de estrés y frustración para el animal y su familia.
Un enfoque dog-friendly pasa por poner las necesidades del perro primero. Y esto aplica a visitar una playa canina (que muchos perros disfrutan, y otros se ven abrumados), ir a excursiones en grupo o cenar en un restaurante con tu pareja y tu perrete. ¿Es un beneficio para ti? ¿Para el perro? ¿Para ambos?
Las prácticas (de verdad) dog-friendly
Y voy a subrayar algo importante: nadie te está diciendo que no puedas acompañar a tu perro a muchos espacios e ir ampliando sus experiencias y sus recursos.
Eso está genial. Es justo lo que deberías hacer.
Empieza por:
- Buscar ambientes amplios, sin mucha afluencia de gente, ni ruido fuerte (un concierto no es un sitio molón para tu perro)
- En su mayoría, la gente debería estar concienciada de que ahí puede haber perros, y darles su espacio (sobre todo, preguntar antes de tocarlos o “invadir” su zona de confort)
- Entender que “estar parado en un bar o terraza” no es una conducta natural del perro, sino aprendida y que debemos crear un aprendizaje progresivo y positivo: vale la pena empezar por un café, unos minutos, y alargarlo hasta una cena en unas cuantas semanas o meses
- Aprende a observar a tu perro, y actúa en consecuencia: ¿le agobia un centro comercial?, ¿un grupo de gente? ¿Es necesario que estéis ahí? ¿Puedes empezar a “exponer” en ambientes menos estresantes o demandantes?
- Lo importante no es que te dejen entrar con tu perro, lo importante es cómo vive tu perro ese tipo de situaciones
- Hay ejercicios (como las habilidades de baja activación, en este vídeo) que te pueden ayudar a exponer de forma más controlada
Además, está genial descubrir espacios que han “pijoteado” para que tú y tu perro lo paséis en grande y tú vuelvas a comerte unas tostadas con una cervecilla y el perro lo disfrute, con su cuenco de agua y sus chucherías o masticables, pero…
La actividad diaria del perro debe ser para el perro: adaptada; paseos, zonas naturales, actividades propias de su especie… Y esto deberían ser extras o complementos
Lo importante es entender que dog-friendly implica empatizar con el perro. Tratarlo como un compañero, pero entenderlo como perro, no como humano.
Plantéate siempre de quién es la necesidad de vivir esas situaciones y hazte consciente de cómo igual que pides a tu perro, puedes dar.