Cómo acostumbrar a un perro a llevar bozal (y cuál escoger)

Acostumbrar a un perro a llevar bozal

Si buscas un paso a paso, revisa este otro artículo del blog.

Cuando empiezo a hablar con los guías o tutores sobre positivizar y acostumbrar a un perro a llevar bozal (bueno, a uno: a los suyos), a menudo, me encuentro con malas caras. El bozal está estigmatizado, de una forma muy similar a lo que ocurre con el transportín o kennel. Solemos pensar que el bozal se le pone a los perros «malos» (spoiler: no hay perros malos) y no a aquellos que están en tratamiento o cualquier otro evento.

Cuando se trata de ofrecer un espacio personal a un perro (sobre todo, a un perro que requiere de una zona segura o debemos contenerlo un tiempo al día) son muchos los guías que me piden que mejor “enseñarle en su cama” y no en “una jaula” (si tú también piensas esto, lee el artículo anterior, por favor).

Volviendo al bozal, este puede —suele— ser un medio (estamos trabajando y acabaremos retirándolo) o, en pocos casos, puede ser un fin: ley PPP, perros miedosos que han reforzado muchas veces conductas de escape, etcétera. En cualquier caso, un baskerville, por incómodo que parezca, solo es una herramienta de seguridad. Utilizamos otras todos los días, ¿no crees? Correas, arneses, collares, vallas para presentar perros, rejas y vallados, puertas…

Uso del bozal como medida de precaución en paseos y trayectos

En los paseos, el bozal no suele ser una herramienta habitual. Por regla general, la mayoría de los perros están bien socializados y tienen buena relación con sus congéneres. Incluso aquellos perros inseguros o que puedan mostrar alguna conducta reactiva no suelen recurrir a la agresión (marcaje, morder, etc.).

Sin embargo, existen contextos en los que, por seguridad de todos, suele exigirse el bozal, tales como los viajes en metro y tren u otros supuestos similares (embarques en un ferry, etc.). Aunque muchos no estamos de acuerdo con la ley (PPP), ciertas razas también tienen la obligación, por lo que es muy interesante contar con una total habituación del bozal; y, por último, perros que han mostrado conductas reactivas (por lo que sea: frustración, miedo, inseguridad, instrumentalización), en tratamiento o acompañados de personas que pueden no tener todavía el mejor manejo, deberían llevarlo también.

Perro con bozal (Baskerville)
El baskerville es el bozal más recomendable para la mayoría de los perros y tutores. […] La positivización y habituación de un bozal baskerville es sencilla y es una herramienta que resulta cómoda y funcional.

¿Acostumbrar a un perro a llevar bozal…? Baskerville > ALL

Salvo contadas excepciones, el baskerville es el bozal más recomendable para la mayoría de los perros y tutores. Muchas otras marcas han imitado el estilo de este famoso bozal que permite jadear, comer y beber (de aquella manera, eso sí: es un bozal).

Es el único bozal que recomiendo a mis clientes (o productos similares), haciendo hincapié en que huyan de bozales de malla o tela. ¿Por qué? Estos no solo pueden causar irritaciones, sino que impide engullir y jadear (o sea, de regular la temperatura corporal por ahí: “nanai”). En tal caso, como te imaginarás, es imposible premiar y dificulta mucho la posibilidad de crear una asociación positiva.

En cambio, la positivización y habituación del baskerville es sencilla y resulta cómodo —tan cómodo como puede ser un bozal, se entiende—, por lo que si estructuramos el trabajo de forma progresiva, podemos conseguir una rápida habituación por parte del perro.

Acostumbrar a un perro al bozal

Pasos para acostumbrar a tu perro a llevar bozal

(Aquí tienes una entrada más detallada)

Te recomiendo que le eches un vistazo rápido al vídeo de YouTube o a mi cuenta de Instagram, sin embargo, a grandes rasgos, ten presente los puntos siguientes:

  1. Presentar bozal (abierto) con comida y premiar de forma constante; es muy importante que seamos nosotros quien retiramos siempre el bozal y no el perro quien aprenda a sacar la cabeza (hacia atrás).
  2. Empezar a manipular el bozal (abierto) con comida y premiar de forma constante; en este punto, muchos guías empiezan a acelerar demasiado el trabajo o incluso a intentar premiar con refuerzo intermitente: ¡no lo hagas! Es el momento de mover las tiras y el bozal en el hocico, progresivamente.
  3. Poco a poco, empezamos a emular el cierre (acercando tiras), pero sin cerrar el bozal; los tiempos deben ser breves todavía; prestaremos mucha atención a que el perro está cómodo y mantiene permanencia con el hocico en el bozal esperando más premios
  4. Las primeras veces que cerramos el bozal, ofrecemos premios constantes al perro y evitamos, en la medida de lo posible, que se den conductas incompatibles con una buena gestión de la herramienta: se lo intenta quitar con las patas, se rasca contra el suelo, se frustra…
  5. A continuación, a medida que ganamos algunos segundos con el bozal puesto (cerrado), tiramos premios al suelo para que el perro vea que puede comérselos; hay perros que no quieren o no se sienten cómodos: en tal caso, premiaremos desde la mano y retiraremos el bozal para evitar que se nos frustre
  6. Finalmente, empezamos a incluir el bozal en distintas experiencias de nuestra rutina y vida diaria (incluso en situaciones donde, a posteriori, no lo usaremos: paseos, etc.), incrementando los tiempos en los que el perro lleva el bozal de forma progresiva, pero no lineal

Concepto de habituación y sensibilización

Recupero dos definiciones básicas de la psicología y de la etología para explicar la diferencia entre positivizar, habituar y sensibilizar. En este caso, es importante para que seamos conscientes de que correr o intentar hacer las cosas rápido con un bozal (o un transportín, o un nuevo contexto para el perro…) puede provocarnos más disgustos que alegrías.

  • Habituación. Hablamos de «habituación» cuando el estímulo al que se enfrenta el perro no tiene ninguna asociación previa. «Ninguna», ni buena ni mala, y nuestro trabajo es acostumbrar al perro a ese estímulo neutro hacia algo que no genere respuesta por la exposición repetida.
  • Sensibilización. Al contrario que cuando hemos hablado de «habituación», sensibilizar implica que hay «algo» que causa una sensibilidad (no siempre tiene por qué ser aversiva, puede ser apetitiva para el perro, pero poco funcional: perros como cabras por salir a pasear, por ejemplo). Así, el bozal me molesta o el collar me hace daño provocan una sensibilización en el perro por una serie de experiencias negativas.

Lo ideal cuando queremos trabajar una habituación es, en primer lugar, asociarlo hacia algo positivo (si el estímulo tuviese una asociación negativa y la invirtiésemos, estaríamos contracondicionando) y, en paralelo, empezar a aumentar la intensidad, el tiempo de exposición, etcétera, a la vez que retiramos, progresivamente, los refuerzos. Como regla de oro, nos fijaremos en sí el animal muestra respuestas de evitación , podemo

En el caso de un bozal:

Ten siempre presente que…

  • es (relativamente) molesto para un perro
  • Supone cargar con algo en el hocico
  • Dificulta algunos comportamientos naturales del perro

Tras leer todo lo anterior, ¿qué porcentaje de perros crees que mantienen una asociación neutra o positiva con un bozal si no trabajamos una positivización?

Muy pocos, en realidad.

Por lo tanto, para que nuestro perro se habitúe a un bozal, lo mejor que podemos hacer es dotarlo de un carácter positivo mediante la asociación de estímulos y experiencias y, paulatinamente, pasar por un programa de reforzamiento fijo y, posteriormente, intermitente.

¡Espero que este artículo te sea de ayuda!

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