Hace pocas semanas, escribí sobre las casas de acogida en Coco y Maya. Concretamente, sobre por qué ser casa de acogida. Durante el mes de mayo, rescaté con mi pareja

Estás en la protectora… firmas los papeles de la adopción de ese colega de cuatro patas con el que has sentido amor a primera vista, y empieza una nueva vida. Ahora dejáis atrás el centro, en coche, y los nervios, el deseo, las ganas de que él o ella vea todo lo que le espera se apoderan de ti y de toda la familia. Es normal —tiene que ser así—, pero antes de que todo se acelere a vuestro alrededor, hay algo que debemos grabarnos en la cabeza: empieza el periodo de adaptación del perro a su nuevo hogar.
La importancia del periodo de adaptación del perro
Quizá pienses: ¿Periodo de adaptación del perro? ¡Pero si solo le vienen cosas buenas ahora! No obstante, recuerda que los perros son animales de rutina, e incluso aquel más tranquilo, equilibrado y «buenazo/tontorrón» sufre una transformación general de sus rutinas: su chenil compartido o no, su inexistente rutina de paseos, su relación con otros perros del refugio… Y mucho más: olores, tipo de pienso, personas que van, personas que vienen, tiempos de juego, ubicación incluso.
Todos estos cambios (a mejor) siguen suponiendo una carga de estrés para el animal, por lo que, jamás deberíamos obviarlos, y sumar, y sumar expectativas que quieres que se cumplan de un día para el otro no ayudará: seguro que podréis jugar a disc dog, ir juntos a la montaña todas las semanas y compartir instantes de complicidad que se te clavarán en la retina, pero no fuerces la situación: tienes que crear un vínculo y, sobre todo, tienes que comprender qué representa el periodo de adaptación del perro.

Llegar a casa; empezar una segunda vida
Cuando abras la puerta de tu casa, debes intuir quién te acompaña:
- ¿Es un perro que fue abandonado con pocos meses de vida o una víctima de maltrato animal que ha salido adelante?
- ¿Se trata de un animal con energía y una pizca de ansiedad incluso o un pachón que se va a tumbar en la alfombra del salón nada más te sientes en el sofá?
En estos primeros días, viajaremos de vuelta con ciertas ideas preconcebidas, pero es importante tener presente que cualquier perro/a que sale de una protectora/perrera no es el perro/a que será el resto de su vida: esa larga lista de rutinas en el centro, suponen siempre una necesaria adaptación al entorno, por lo que, tras su adopción, el perro no cambiará mágicamente su carácter, pero sí algunas de las actitudes más visibles.
Errores más comunes (al inicio)
En casa, podrás ayudarle a adaptarse mejor si conoces aquellos mínimos que tu compañero necesita interiorizar.
Te los explico con calma:
- Al llegar a casa, el perro puede sufrir miedo/pasividad o actividad/sobreexcitación:
- Lo menos habitual es que un animal que recién sale de la protectora se mantenga equilibrado de actitud: ¡son muchos cambios!
- Ofrécele un espacio de calma y deja que explore su nuevo hogar, a su ritmo
Algunos de los errores más habituales son:
- Perseguirle por todas partes (tampoco te gustaría a ti, ¿no?)
- Empezar a reñirle cada vez que hace algo que no queremos
Estáis creando un vínculo afectivo: si no quieres que entre en la cocina, cierra la puerta; si dudas sobre darle acceso a un espacio, mejor restringe y luego permite. Los primeros días son sinónimo de calma y tranquilidad, un nivel bajo de exigencia y exploración.
Rutinas diarias tras la adopción
Las rutinas ayudarán a tu colega a acostumbrarse rápido a su nueva vida: comidas, salidas, entradas, paseos… No es recomendable cambiar tu vida por él durante unos días, si después tienes que volver a modificar tu rutina: tú tienes que trabajar, él o ella tiene que aprender a estar a solas (si es posible, enriquece el ambiente con Kong, juguetes y estímulos positivos mucho más los primeros días) y, sobre todo, los paseos tienen que avanzar en la misma línea.
Pero no solo en lo que a horarios se refiere. Un paseo será ese momento de mayor aprendizaje: lo mejor es explorar el entorno paulatinamente. No paseéis durante cuatro horas por la ciudad, mejor empieza por tu barrio y amplía poco a poco. Déjale oler, moverse a su ritmo (no, no es necesario que vayas corriendo detrás de él: premia la calma e ignora el estrés en este punto; no obstante, «ármate» con un poquito más de tolerancia al error por ahora) y, sobre todo, ¡mucho ojo!, no es momento de forzar ni sobreexponer a situaciones, objetos o personas que le afecten negativamente. Quizá ese peludo nunca ha visto una bicicleta, o un coche, no ha ido nunca atado o paseado por una ciudad, estamos en un periodo de adaptación del perro, y este implica habituación. Si hay miedos, si hay estrés o ansiedad, lo trabajaremos más adelante.
El carácter real del perro adoptado
En este tiempo, empezaremos a conocer el carácter de nuestro nuevo amigo o amiga: qué manías tiene, cómo interactúa con otros miembros de la familia (humanos, perros, gatos…). Un error muy habitual es comparar a dos perros: no hay dos personas iguales; no hay dos perros iguales. Así pues, el tiempo de adaptación y aprendizaje variará dependiendo de cada animal.
Si tiene su propio espacio, confort, tranquilidad y una adaptación gradual del animal a todos los elementos que compondrán su vida (es decir, ni se te ocurra hacer una fiesta de bienvenida con dos docenas de amigos y familiares: eso no es progresivo, ni bueno para el animal), su periodo de adaptación a su nuevo hogar será mucho más rápido y seguro.
Ten en cuenta también los siguientes factores:
- Tu compañero/a debe estar identificado desde el primer día: si salís a la calle, antes de dejarlo libre en un parque o en la montaña, asegúrate de que su vínculo contigo es fuerte y que has practicado la orden de «llamada» y es efectiva.
- Educar con paciencia y en positivo funcionará siempre mucho mejor y mantendrá el vínculo entre ambos; los refuerzos negativos y los castigos positivos son negativos para el perro y para vuestra relación de confianza.
- La adaptación del perro debería ser progresiva y en el siguiente orden: casa, familia cercana, rutinas de paseo, otros miembros de la familia y amigos, situaciones excepcionales, problemas de conducta, miedos, etc.
Con estos consejos bajo el brazo, superaréis la primera etapa de adaptación de tu colega peludo si ningún problema: recuerda, simplemente, que tú debes ser su referente de seguridad y confianza, y que esa es la base para vivir muchos años de una forma satisfactoria para todos. ¡Es tu responsabilidad que el nuevo miembro de la familia se adapte y se comporte bien!

¿Y si el perro adoptado no se adapta?
Antes de adoptar, debería tener muy claro cómo es el perro, qué necesidades concretas tiene, cuál es su pasado o qué conductas y necesidades específicas arrastra de su vida anterior. Háblalo con calma con los responsables de la protectora. Sobre todo, evita tomar decisiones precipitadas y, ahora sí, vamos a ver los problemas más habituales.
Algunos problemas habituales son:
- Falta de socialización o impronta temprana
- Aprendizajes basados en el miedo y en los castigos
- Sensibilidad del individuo y problemas relacionados (lloros, micciones, conductas desadaptadas…)
En estos casos, si no cuentas con formación específica, mi recomendación es que te asesores por un buen educador/a canino/a y un etólogo. Sin embargo, vamos a ver algunas situaciones concretas.
Perro adoptado con agresividad (intraespecífica o interespecífica)
Si tu perro recurre a la agresión, debes tener presente que esa conducta, aunque desadaptada, es funcional para algo. Alejar algo que le da miedo, conseguir algo, etcétera. A menudo, la reactividad y la agresividad están vinculadas a una educación (o falta de) basada en castigos y entornos muy competitivos.
Además, puede darse con otros perros (intraespecífica) o personas (interespecífica); si quieres adoptar un perro reactivo o con algún tipo de agresividad, te animo a asesorarte bien; si ha desarrollado esta conducta a posteriori, lo mejor será ponerte en manos de un/a profesional. Desde el paradigma cognitivo-emocional, lo que hacemos es establecer qué emoción hay detrás y dar conductas funcionales (adaptadas) al perro o la perra con el objetivo de evitar que siga reforzando aquellas desadaptadas, pues entendemos que cualquier comportamiento disfuncional implica una dificultad comunicativa. En otras palabras, tu perro agrede porque no conoce una forma mejor de comunicar sus necesidades.
He adoptado un perro con miedo
El miedo puede ser tan complicado de tratar como la agresividad. El perro adoptado miedoso necesita espacios y zonas seguras (personas, espacios) a partir de los que construir una mayor zona de confort con nuestra ayuda.
Es muy importante supervisar las relaciones del perro con el exterior, darle capacidad de decisión (ni obligar ni utilizar viejas técnicas como la inundación/flooding) y dotarlo de herramientas con las que 1) se empodere 2) perciba que tiene mayor control de la situación y 3) tenga un guía responsable que le hace la vida más fácil.
Un perro miedoso puede entrar en pánico y huir, por lo que es importantísimo trabajar una buena llamada (+ obediencia) y evitar dejarlo suelto hasta que haya superado sus miedos o, por lo menos, redirigido hacia una persona de seguridad (guía).
Otros problemas de comportamiento tras la adopción
En paralelo, existen algunos problemas más habituales. Por ejemplo: lloros y excitación, ansiedad por separación, defecaciones o micciones en casa o perros que no comen, entre otras. Cada caso, requiere de un análisis detallado y un trabajo personalizado, pero sí podemos dar algunas pautas básicas.
- Perro que hace pis y caca dentro de casa. El perro adoptado puede haber vivido durante años enteros en un chenil. Ten esto presente. Entiendo que es una put***, porque no creías que un perro adulto fuese a hacerlo, pero vas a tener que enseñarle como lo harías con un cachorro. Adelántate: aprovecha que él si tiene control de esfínteres e intenta que lo haga en calle y felicítale mucho (¡bien, tío!, y tal, frankfurt, etc.). En casa, ignora, limpia (si puede ser, sin él o ella delante) y, poco a poco, lo irá entendiendo. Si se alarga, pueden haber otros temas relacionados y, ya lo sabes, estoy a tu disposición.
- Lloros, aullidos y señales de apaciguamiento exageradas. Hay perros que arrastran malas experiencias o que han aprendido conductas (funcionales: que les funcionan/funcionaban) para llamar la atención; también puede ser un tema de cambio de contexto, de personas de referencia, etc. Por regla general, trabajar un buen vínculo y darle unas bases de bienestar (el juego y la relación social se incluye aquí) es más que suficiente para que, tras un tiempo, el perro reduzca o extinga estas conductas.
- He adoptado un perro que no come/bebe. En este caso, de cabeza al veterinario. Cuando hayas descartado temas orgánicos (físicos), valora si se puede tratar de ansiedad, tristeza, miedo… A partir de aquí, positivizaremos nuestra relación con comida, chuches, caricias y tiempo, mucho tiempo. apetitosa.
El perro adoptado llora, se mea, se come la casa o juega con la paciencia de mis vecinos. En este caso, es probable que se trate de ansiedad por separación, que afecta a muchos perros adoptados. Con mis clientes, yo trabajo en tres frentes aquí: enriquecimiento ambiental, estimulación mental y herramientas de acompañamiento/zonas seguras: transportín, por ejemplo. ¡Es una patología complicada, pero es importante asesorarse y tratarla en condiciones!
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Actualizado. Noviembre 2021.
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